Hemos conducido las dos variantes del Jazz, el normal y el Crosstar, que tiene como principal característica distintiva una mayor altura de carrocería, derivada del uso de unos neumáticos de mayor diámetro. En el primer caso las ruedas eran de dimensiones 185/55 R16 y en el segundo 185/60 R16. Esa diferencia de perfil conlleva aproximadamente 9 mm adicionales de distancia al suelo. En el caso de que la rueda del Jazz fuese la de 15 pulgadas, con neumáticos 185/60 R15, la ganancia sería de 12 mm en el Crosstar. La diferencia que anuncia Honda es de 14 mm.
Este detalle nos parece nímio en general. Las diferencias podrían pasar desapercibidas para un copiloto que se bajase de un Jazz y se subiese en un Jazz Crosstar con los ojos vendados. Los dos son similares en confort y reacciones. El Crosstar nos ha parecido que rodaba con un poco más de suavidad y silencio, lo cual concuerda con que tenga más perfil de rueda, pero también puede influir el modelo de neumático (sobre todo en el ruido de rodadura), que eran unos Yokohama BluEarth-A en el Jazz y Dunlop Enasave EC300+ en el Jazz Crosstar.
Ambos tienen las mismas cualidades. En cualquier caso el Jazz es un coche muy agradable de llevar. Durante la conducción nada desentona ni resulte ofuscante. El volante, los pedales y el funcionamiento general del coche son suaves, enfocados hacia el confort y la facilidad de uso. La visibilidad es buena y refuerza la impresión de que el coche está ideado para que desenvolverse por la ciudad sea una tarea cómoda. El funcionamiento del sistema híbrido (explicado en el apartado Información técnica) recuerda al de un híbrido con engranaje planetario (aunque nada tiene que ver), porque cuando se acelera a fondo el ruido del motor de gasolina aumenta ostensiblemente y puede resultar molesto, razón por la que en carretera y autovía pierde un poco de idoneidad. No obstante, es un buen coche pequeño para desplazar a cuatro adultos con desahogo y sensación de amplitud (impresiones del interior).
La dirección está bien asistida: el volante se mueve con poco esfuerzo pero no deja huérfano de sensaciones al conductor, en tanto en cuanto realimenta de suficiente información valiosa sobre lo que ocurre entre el asfalto y el caucho de las ruedas. El Jazz invita a circular con tranquilidad más que con rapidez, a diferencia de lo que ocurría con el modelo anterior (Jazz 2018) que, en potencia, era un pequeño GTI por el carácter que imprimía su motor de combustión y por la excelente puesta a punto de su chasis, pese a que iba blando de suspensión. El modelo 2020 balancea moderadamente en curva, no es especialmente ágil en los cambios de trayectoria y subvira con mayor rapidez cuando se le somete a una conducción rápida, pero transmite en todo momento una buena sensación de estabilidad y control.
Un punto flaco evidente es el de los frenos. A ninguno de los dos redactores nos ha gustado su rendimiento. Parecen tener poca potencia de frenado. Las distancias de detención a 120 km/h que hemos medido han sido muy parecidas en los dos coches y en ningún caso buenas: 57,2 metros en el Jazz y 56,8 metros en el Jazz Crosstar.
Hemos hecho dos recorridos de consumo comparativos y el Crosstar ha gastado entre un 2 y un 7 % más, que coincide con las diferencias en porcentaje que Honda ha homologado (ficha técnica comparativa). Esta pequeña diferencia deriva, probablemente, de la peor aerodinámica del Crosstar dada su mayor altura, el mayor diámetro de sus ruedas y la presencia de aditamentos como las barras para el techo o las protecciones de plástico negro. Independientemente de este detalle el gasto de carburante es bajo y apenas sube si se conduce a ritmo rápido.
En el primer trayecto, de 81 km de distancia por rondas de circunvalación urbana, el ordenador del Jazz indicó una media de 4,5 l/100 km y el del Jazz Crosstar 4,6. En el segundo trayecto, de 254 km, con un recorrido mixto entre autovía y carretera, el Jazz marcó 5,6 l/100 km y el Jazz Crosstar 6,0. En ningún caso hemos calculado el error de medición del ordenador de viaje.
Los dos Jazz prácticamente han calcado las cifras de aceleración. En pasar de 80 a 120 km/h el Jazz ha tardado 8,3 s con la batería cargada y 10,4 con la batería descargada, por 9,0 s y 10,2 s, respectivamente, del Jazz Crosstar. Es evidente que hay una diferencia grande entre conservar algo de carga y haber descargado la batería, para lo cual hay que empeñarse o circular deliberadamente a base de acelerar a fondo con mucha frecuencia. En el primer caso las cifras concuerdan con la potencia y el peso de este coche y en el segundo caso se vuelven muy pobres. El anterior Jazz era más rápido y frenó en mucha menos distancia (tabla de mediciones comparativa).