La estabilidad de esta versión del Fiesta me parece muy buena en general, pero tiene peculiaridades que conviene tener en cuenta antes de elegirlo.
La unidad que hemos probado llevaba las ruedas con la medida de serie (195/45 en llantas de 6,5” x 16”), con neumáticos Pirelli P Zero Nero. Con las reservas que hay que tener al juzgar neumáticos sin hacer comparaciones directas, la impresión que me han dado es buena, desde el punto de vista del agarre en seco. Hay unas ruedas opcionales de 205/40 7 x 17” (imagen); no he conducido el Fiesta con esas ruedas pero, si tuviera que elegir sin la oportunidad de probarlas antes, me quedaría con las de 16”.
El Fiesta ST va muy bien con estas ruedas, entre otras razones, porque no resulta excesivamente duro de suspensión (algo más lo sería con ruedas de menor perfil) y porque sus reacciones son equilibradas.
El agarre es muy bueno, una prueba de que un coche de este peso (1.137 kg) no necesita ruedas muy grandes para ir bien. Vale más una rueda buena que una grande.
En parte por ese buen agarre, el Fiesta ST entra bien en las curvas, pero no es un coche de reacciones muy ágiles, al estilo de un Mini Cooper S o un Peugeot 206 RC. El Fiesta se puede dirigir en las curvas con el acelerador, pero no tanto como esos dos modelos. Es muy fácil ir rápido con el Fiesta por carreteras lentas en curvas de un solo radio (si se trazan bien), y menos cuando hay que corregir la trayectoria por cualquier causa.
A cambio de esa relativa falta de agilidad, es un coche con el que se puede entrar frenando en las curvas y que, al desacelerar o frena en curva, no responde con un sobreviraje brusco. En este sentido, me parece mejor que un SEAT Ibiza FR 1.8 T.
En una conducción normal o normalmente rápida por carreteras con buena adherencia, el control de tracción no es necesario. Por el contrario, si la adherencia es escasa en toda la carretera o parte de ella (por que haya grava, tierra o manchas de gasóleo), el control de tracción puede ser de una gran ayuda.
Los frenos son mejores de lo normal. Los discos pueden parecer de diámetro insuficiente (258 mm), pero el resto del equipo de frenos y la ventilación que recibe deben ser muy buenas (las pinzas y las pastillas son las del anterior Focus ST).
En un recorrido donde se sobrecalientan los frenos de muchos coches (incluidos algunos deportivos muy potentes), los de Fiesta acabaron echando mucho humo, pero sin haber perdido ni tacto de pedal ni capacidad de frenada. Si con esos discos frena así de bien, ponerle unos más grandes sólo sirve para aumentar la masa no suspendida.