Los motores 2.0 EcoBlue de 190 y 238 CV sustituyen a los 2.0 TDCi de 179 y 209 CV del Edge 2016. Son motores que pertenecen a una familia llamada «Panther» y que, según Ford, funcionan con mayor silencio y gastan menos carburante. A pesar del aumento de potencia, la aceleración ha empeorado porque el Edge 2019 es notablemente más pesado (ficha técnica comparativa).
Ambos tienen cuatro cilindros y 1995 centímetros cúbicos de cilindrada. Sus inyectores son capaces de hacer hasta seis inyecciones por cada ciclo de combustión. Cada una de esas inyecciones introduce 0,8 miligramos de Diesel y dura 250 microsegundos. El carburante llega a la cámara de combustión a través de ocho orificios de 120 micrómetros de diámetro. Tienen un filtro de partículas, un elemento del que carecían los anteriores.
Como en otros motores de Ford, por ejemplo en algunos EcoBoost de gasolina, la correa de distribución está bañada en aceite. Esta solución disminuye la fricción, alarga la vida de la correa y mejora la eficiencia según Ford.
Los dos motores están sobrealimentados, por un turbocompresor en el de 190 CV y por dos en el de 238. La turbina del turbo está hecha de inconel (una aleación con base níquel y cromo) y puede girar a un máximo de 240 000 rpm. El compresor está fabricado mediante un proceso de mecanización (fresado) en vez de mediante un molde. Eso permite, según Ford, dejar el margen de tolerancia entre dos y tres micrómetros (menor que si fuera con un molde), mejorar la durabilidad de la pieza y reducir el ruido y las vibraciones.
La caja de cambios es siempre manual de seis relaciones con el motor de 190 CV, mientras que es siempre automática de ocho marchas con el de 238. Esta última tiene un convertidor de par como elemento de unión con el motor. El Edge 2016 tenía un cambio automático llamado «Powershift», con dos embragues y seis relaciones.
En otros países, no en España, hay una tercera versión del motor 2.0 EcoBlue, con un solo turbo, una potencia máxima de 150 CV, tracción delantera y el cambio automático de ocho velocidades.
La suspensión delantera tiene un esquema McPherson y la trasera de tipo multibrazo. Con el nivel de equipamiento ST-Line el ajuste de los amortiguadores es más firme, aunque, según los datos que proporciona Ford, la altura de la carrocería al suelo no cambia (19,3 cm).
Hay dos tipos de dirección, la estándar —con 2,5 vueltas de volante entre topes— y la de desmultiplicación variable —o, en palabras de Ford, la «Dirección Eléctrica Adaptativa»; tiene 2,0 vueltas entre topes—. Con esta última la relación entre el ángulo de giro de las ruedas y el del volante no es fijo. Un pequeño motor eléctrico integrado en el propio volante hace que a baja velocidad haya que mover menos el volante que a alta para conseguir el mismo ángulo de giro en las ruedas. Es una opción que cuesta 650 euros y que solo está disponible con el nivel ST-Line. Es un elemento que estaba disponible en el Edge 2016 con el nivel de equipamiento Sport.