Hay dos turbodiesel HDI: el 2 litros de 109 CV (80 kW) y el 2,2 l de 133 CV (98 kW).
No he conducido el 109 (Citroën lo vende como «110»), pero en otros coches ha demostrado que sus mejores cualidades son son el bajo ruido y la gran suavidad de marcha, más que prestaciones o consumo. Igual que sucede con el gasolina de 136 CV, parece un motor suficiente para un coche como el C5, que es grande pero no pesado.
El motor 2,2 tiene fuerza a bajo y medio régimen, aunque no mucha después de 4.000 rpm. Llega hasta 5.000 en marchas cortas, pero no sirve de nada estirarlo por encima de 4.500. Esa falta de respuesta a régimen alto lo deja en un plano inferior a motores como el 130 CV del Pasat o el 136 CV del BMW Serie 3.
Ninguno de estos dos tiene realmente la potencia que declara su marca, sino más; algo que no ocurre con el motor de Citroën y Peugeot.
Lo que sí tiene este motor más que cualquier otro más o menos semejante, incluido motores de cinco cilindros como el de Fiat, es una gran suavidad de funcionamiento y muy poco ruido. Sumado a un coche confortable como es el el C5, lo convierte en un coche muy agradable para viajar. Lo sería aún mas si el ruido aerodinámico (que es lo que más se escucha en el coche) fuera un poco menor.