Los BMW de la serie cinco no son coches amplios (en relación a su tamaño). Pero sí dan cabida holgada a tres adultos en las plazas posteriores, durante trayectos cortos. La forma del asiento posterior y el voluminoso túnel central, no invitan a que se sienten tres personas. En el caso del M5 este detalle se acentúa, por la tapicería en piel y por la capacidad para acelerar deprisa. La tapicería de cuero es más resbaladiza que una tapicería de tela y el cuerpo queda más suelto. Si a ello añadimos la elevada capacidad del M5 para acelerar, frenar y cambiar de trayectoria, se comprende que un viaje en la plaza central del asiento posterior debe resultar poco recomendable (No lo he probado en marcha. Sólo en parado ya me ha servido para hacerme una idea).
El maletero es grande. No hay problemas para llevar los enseres de cuatro pasajeros, incluso si llevan tantos trastos como suelen emplearse cuando se va a esquiar, con botas, palos y demás utensilios.
Lujo, espacio para cuatro o cinco personas y prestaciones de un coche de carreras. Como coche de lujo, el BMW M5 tiene todo lo que se puede pedir, salvo una suspensión dura en exceso para los que buscan la máxima comodidad. Como coche deportivo, un motor muy progresivo, que no parece que tenga la potencia que tiene, y un chasis excelente ofrecen la posibilidad de circular rápido en autopistas o autovías o de acercarse a las curvas a velocidad endiablada en tramos virados. No es un coche con el que resulte fácil respetar las limitaciones de velocidad impuestas por la legislación española.