Se basa en una técnica derivada de la competición, principalmente de rallies sobre superficies deslizantes, donde los pilotos la aprovechan para limitar el posible subviraje y pasar todo lo deprisa posible por una curva.
En la Escuela de conducción y Seguridad Audi, el objetivo no es éste, sino otro bien distinto; conocer las reacciones del coche ante un cambio brusco de apoyo que provoca una gran transferencia de masas.
Después de una rápida aceleración hasta unos 60 km/h el conductor tiene que realizar tres pasos. El primero es levantar de repente el pie del acelerador, con lo cual consigue el primer movimiento brusco de la carrocería, cargando las ruedas delanteras y aliviando peso en las traseras. Inmediatamente después, se debe girar el volante (concierta rapidez) hacia un lado y muy poco después (paso tres) hacia el lado contrario. Así se consigue un fuerte balanceo de la carrocería y normalmente un sobreviraje; si en la tercera maniobra el conductor gira demasiado el volante lo normal es subvirar.
Este es el único ejercicio que se realiza con el monitor montado en el coche. Los coches tienen desconectado el control de estabilidad, pero no el ABS (no hay que tocar el freno en ningún momento).
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