Aunque el
Reglamento General de Vehículos establece en que circunstancias ha de ser utilizado el alumbrado, basta con usar el sentido común para hacer un uso correcto y seguro del mismo.
Las luces cortas, también conocidas como «de cruce», han de utilizarse entre la puesta y la salida del sol o a cualquier hora del día, en los túneles y demás tramos de vía afectados por la señal túnel. Conviene retrasar el apagado de estas luces lo máximo posible cuando se circula en sentido este-oeste durante la salida del sol, porque éste deslumbra a los conductores que van en sentido contrario y de este modo facilitamos que nos vean. Por el mismo motivo, si viajamos del oeste al este es recomendable encender las luces adelantándonos un poco a la puesta del sol.
También se han de utilizar cuando existan condiciones meteorológicas o ambientales que disminuyan sensiblemente la visibilidad, como en caso de niebla, lluvia intensa, nevada, nubes de humo o de polvo o cualquier otra circunstancia análoga.
Las luces largas o «de carretera» han de emplearse siempre que llevemos las de cruce y con ellas no deslumbremos a otros usuarios de la vía. Hay que estar atentos para quitarlas en cuanto veamos que otras luces se aproximan hacia nosotros, por muy lejos que nos parezcan que estén. Su uso en población está prohibido.
Los faros antiniebla delanteros se utilizan para mejorar el alumbrado de la carretera en caso de niebla, nevada, tormenta o nube de polvo. En muchos casos, estos faros apenas aumentan el campo de visión, pero sí consiguen que el coche se vea mejor.
Los buenos faros de niebla están colocados cerca del suelo, donde la niebla es más tenue o simplemente no hay. El conductor no ve mucho más de esta manera, pero quienes vienen de frente s� pueden ver más mejor al coche que está en la niebla.
También es recomendable utilizarlos si circulamos de noche por carreteras muy lentas, con la calzada estrecha y sin arcén. En ese caso, el haz que proporcionan nos ayudará a ver mejor la cuneta.
Cuando hay niebla no es recomendable utilizar también las largas, porque la luz se refleja en las gotas de agua y nos deslumbraremos a nosotros mismos.
El antiniebla trasero hay que utilizarlo exclusivamente cuando la visibilidad es muy reducida; en cualquier otra circunstancia sólo servirá para molestar a los que circulan detrás de nosotros.
Si la carretera tiene mucha agua pero no está lloviendo fuertemente, es conveniente conectar el piloto de niebla (porque el coche levanta mucha agua tras de sí) pero no los faros, porque no son necesarios y porque resultan doblemente molestos para otros conductores si se reflejan en el suelo. |