El smart fortwo tiene ventajas definitivas en ciudad y carencias en carretera. Ahora bien, ni es perfecto para ciudad, ni completamente inadecuado para carretera.
Lo mejor para desenvolverse por ciudad es todo lo que tiene que ver con su tamaño. Necesita menos espacio para girar que cualquier otro coche del mercado (aunque sea mucho para lo que mide). Para sacarle partido a esta capacidad de maniobra es preciso un periodo de adaptación, para hacerse a la idea de cuánto espacio necesita para girar.
Su tamaño facilita la maniobra de aparcar y permite hacerlo donde otros coches no caben. Normalmente, los huecos para aparcar los dejan coches más grandes pero, ocasionalmente, es posible encontrar huecos donde sólo cabe este smart.
Con esta segunda generación del fortwo, casi 20 cm más larga que la anterior, ya no es recomendable aparcar en batería donde otros coches aparcan en línea (salvo que la calle sea muy ancha). Un coche ancho no ocupa mucho más de 2 m aparcado en línea, el smart colocado perpendicularmente a la acera sobresale más de medio metro de esa anchura.
El principal inconveniente en ciudad de la versión 33 CDI es el motor de tres cilindros que lleva, que puede ser desagradable por el ruido y las vibraciones. Cualquiera de las versiones de gasolina tiene mejores prestaciones, son más suaves y menos ruidosas.
Tampoco anda sobrado de fuerza; en frío, cuando hay que subir una rampa de garaje, hay que acelerar a fondo y —aun así— es posible que le cueste. En circulación normal por ciudad también se puede echar en falta más aceleración o, más bien, una respuesta más rápida cuando se pisa el pedal. Esto no se debe tanto al motor sino al cambio, que sigue siendo insatisfactorio.
Nuestra unidad tenía el cambio opcional automático «softouch». Soy un convencido del cambio automático; los hay mejores y peores, pero en general, me parecen mucho más aconsejables para un usuario normal que un cambio manual. Cuando conduzco un coche con cambio automático, sólo selecciono manualmente las marchas para probarlo; personalmente, prefiero que cambie de forma automática casi siempre.
Pese a ello, al conducir el fortwo 33 CDI por ciudad, he acabado cambiando manualmente porque el automatismo me parece deficiente. El problema principal de este cambio es que tiende a llevar el motor en una marcha y a un régimen donde la aceleración es muy escasa y, si el conductor demanda aceleración súbitamente (lo normal en una conducción ágil por ciudad), el cambio tarda mucho en responder.
Una situación frecuente es acercarse a una rotonda a una velocidad prudente, ver que da tiempo a entrar en ella aunque haya otro coche y, finalmente, molestar al otro conductor porque el fortwo no ha acelerado bastante para incorporarse rápidamente en la rotonda. En esas situaciones, como en los accesos a las vías rápidas, hay que anticipar mucho la aceleración o —mejor— utilizar el cambio manualmente.
Un testigo en la instrumentación aconseja cuándo se debe cambiar de marcha, si se está utilizando manualmente. No está muy bien pensado, porque sólo parece tener en cuenta la velocidad del coche y el régimen del motor. Por ejemplo, cuando el conductor selecciona una marcha corta para aumentar la retención, el sistema siempre sugiere aumentar de marcha aunque el conductor no esté pisando el acelerador.
Las prestaciones del fortwo 33 CDI son suficientes para desplazarse normalmente por carreteras de sentido único. Esta versión de fortwo se puede desenvolver entre el tráfico perfectamente en esas circunstancias, aunque para ello haya que pisar el acelerador a fondo con más frecuencia que en otros utilitarios.
Las unidades que hemos conducido tenían la opción de dirección asistida eléctrica; no hemos probado un fortwo con la dirección de serie. Con asistencia, la dirección es suave pero no rápida (casi tres vueltas y media para un ángulo no muy abierto). Para doblar una esquina —por ejemplo— hay que mover el volante más que en otros utilitarios.
Tanto en carretera como en ciudad se nota que el fortwo se mueve mucho cuando el suelo es irregular. Eso afecta siempre al confort y, en ocasiones, a la estabilidad. En cambio, no parece más sensible al viento lateral que otros coches.