El fortwo es más adecuado para personas más altas de lo normal que para las más bajas de lo normal. Eso se debe a que el volante está relativamente lejos de los pedales y no tene ajuste longitudinal.
Lo peor del puesto de conducción es el pedal del freno. Está articulado en el suelo de manera que, en vez de pisarlo, hay que empujarlo hacia adelante. Resulta incómodo y, a veces, hace difícil graduar la intensidad de la frenada. Junto con el cambio de marchas, es lo que menos contribuye a que el fortwo sea agradable de usar en ciudad.
El asiento me parece satisfactorio incluso para desplazamientos de más de una hora por ciudad o carreteras congestionadas. Sujeta el cuerpo lo bastante para que no se mueva en una rotonda tomada a una velocidad normal. Sería mejor si el reposacabezas quedase más cerca de la cabeza.
La anchura es suficiente para que dos personas adultas viajen hogadamente. El pasajero no estorba al conductor al cambiar, la única situación normal en la que pueden entrar en contacto es si los dos van a abrocharse el cinturón a la vez.
Hay más huecos para vaciarse los bolsillos que en el anterior fortwo y suficientes para una cantidad normal de objetos (cartera, llaves, teléfono, mando del garaje y algún disco). Hay un hueco a cada lado de volante, además de la guantera. En la guantera cabe la documentación, el manual del coche y el chaleco. Hay también soportes para vasos en la parte inferior, opcionales en algunas versiones.
El acabado me parece satisfactorio y, en las versiones que tienen recubrimiento interior de tejido en lugar de plástico, agradable. Sin ser un coche lujoso en ningún caso, sí da impresión de calidad.