La versión que hemos probado era «Sport-up» y tenía las ruedas de serie en esa versión (225/45 17”); los neumáticos eran Dunlop SP Sport 9090.
Por lo que puedo decir después de probar esta unidad, creo que el Toledo es equivalente a una berlina, por tacto y por reacciones. No tiene la falta de agilidad característica de un monovolumen, que se nota principalmente al entrar en las curvas y cuando hay un cambio de apoyo (en unas curvas enlazadas o en una maniobra de esquive, por ejemplo).
Tampoco tiene movimientos de carrocería muy amplios, aunque los que tiene se aprecian más que en una berlina normal porque el asiento está colocado a una altura algo mayor. En todo caso, no existe la sensación de que se está conduciendo uno de esos coches con el centro de gravedad alto, que puede inspirar poca confianza en curvas rápidas y largas de autopista, o en curvas enlazadas de carreteras lentas.
En carreteras rápidas mantiene bien la línea recta, mejor de lo que cabe esperar de un coche que no tiene una batalla muy larga con relación a su longitud, y que tiene unos neumáticos anchos. No lo he probado con viento.
Aunque la suspensión se siente dura, no es de esas que sacuden secamente a los pasajeros cuando hay baches. Aún así, no me parece recomendable para quien valore la estabilidad y el confort a partes iguales. No he conducido el Toledo con la suspensión normal, pero el Altea (que no puede ser muy distinto en este sentido) tiene una suspensión tirando a dura en versión «no deportiva»
Me ha parecido que el Toledo no entra en las curvas lentas tan bien como el Altea. Es posible que la diferencia esté en la suspensión y en los neumáticos de esta unidad del Toledo, comparada con esa unidad del Altea. En todo caso, no me parece que el Toledo sea de los mejores coches en este sentido. No por culpa de la dirección, que tiene buen tacto, pero hay que anticipar el giro un poco más que en otros coches. Una vez dentro de la curva, sí deja modificar la trayectoria con cierta facilidad si se desacelera.
El control de estabilidad, que es equipo de serie, funciona muy bien, como es ya normal. En subviraje se puede apreciar que trata de frenar al coche dentro de lo posible. En sobreviraje tiene muy poco trabajo, porque es muy difícil que se produzca, salvo que se cometa un error muy grave o se haga una maniobra muy brusca.
Hay una cierta diferencia entre llevar el control de tracción puesto o quitado cuando se conduce por una carretera muy lenta (donde haya curvas de segunda velocidad). Quizá también a causa de estos Dunlop SP Sport 9090 que tenía esta unidad del Toledo, la motricidad no me ha parecido buena. El control de tracción tendía a ralentizar la salida de las curvas para evitar una pérdida de la trayectoria, pero creo que a veces lo hace en exceso. Si se quita el control de tracción y se tiene un cierto cuidado con el acelerador, es posible salir más rápido de las curvas más lentas que con él puesto.
Que sea posible no significa que sea recomendable, aunque sólo sea porque no se puede quitar el control de tracción sin quitar también el de estabilidad. Como a partir de unos 60 km/h ya merece la pena cambiar de segunda a tercera velocidad, y en tercera normalmente no hay problemas de tracción (salvo que el suelo esté resbaladizo), no le veo ningún sentido a quitarle el control de estabilidad por lo que se puede «ganar» al acelerar en segunda.
Los frenos han aguantado satisfactoriamente y la capacidad de frenada es tan buena como en una berlina normal.