Sin cambios en el chasis, el León, cuatro años después de su lanzamiento comercial, sigue siendo uno de los modelos con mejor equilibrio de suspensión para quienes quieran un coche cómodo sin renunciar a una buena respuesta en curva.
Es fácil sentirse a gusto en él al poco de conducirlo. El volante, los pedales y la palanca del cambio están bien colocados y se manejan con suavidad sin que dé una impresión artificial. La consecuencia es que el conductor siente confianza al volante y facilita desenvolverse con agilidad en carreteras de curvas porque el giro, la frenada y la aceleración se pueden dosificar con precisión.
Hemos probado el León ST con el motor de gasolina de 150 CV. Este motor reemplazó a uno de 140 CV, con la misma cilindrada (1,4 litros) que en diciembre de 2013 también probamos en el León con esta carrocería. En aquella ocasión obtuvimos mejores resultados en nuestra medición de aceleración de 80 a 120 km/h (0,9 s de diferencia; tabla comparativa de prestaciones). El León 2017 tenía cambio automático y el de 2013, el manual (ficha técnica comparativa).
En cambio, con el nuevo, el consumo en el recorrido comparativo —trayecto de 144 km por autovía, de ida y vuelta para compensar el desnivel, con constantes cambios de pendiente—ha sido menor: 6,3 en vez de 6,9 l/100 km. La diferencia en este caso puede tener dos motivos: el sistema de desconexión de cilindros y el cambio automático.
El sistema de desconexión de dos cilindros es una función que no existía en el motor de 140 CV. Cuando la demanda de par es baja, y el motor gira dentro de unos límites de giro dados, las válvulas de dos de los cilindros quedan cerradas y la alimentación de combustible se interrumpe. Así, el aire de esos dos cilindros actúa como un muelle neumático devolviendo al expandirse la energía que ha requerido al comprimirse (salvo las pérdidas por calentamiento). Este proceso resulta opaco al conductor dado que el motor no cambia el ruido que hace ni cómo vibra; la única forma de advertirlo es mediante la indicación que hay en la pantalla del ordenador de viaje.
El cambio automático tiene siete relaciones, en vez de las seis del manual. El desarrollo de la marcha más larga de cada uno es distinto —43,3 y 51,8 km/h cada 1000 rpm, manual y automático respectivamente— lo cual beneficia al de siete marchas. Además, cuenta con una función que selecciona punto muerto y deja que el coche avance por inercia. De este modo, aunque se consume combustible (algo que no ocurre al dejar de acelerar mientras el motor retiene) se pierde menos velocidad. Esta función de avance por inercia (denominada comercialmente «navegación a vela») se activa exclusivamente con el programa de conducción Eco, uno de los cuatro disponibles.
También hemos probado el León ST 1.4 TGI, que puede funcionar con gas natural comprimido (CNG) y también con gasolina. Nos ha gustado mucho porque esta tecnología consigue reducir notablemente el precio de los desplazamientos y es ventajosa desde un punto de vista medioambiental. A cambio, se pierden unos 100 litros del volumen del maletero para albergar el depósito de gas. Hemos escrito una prueba muy detallada de esta versión; se puede leer aquí.
Los faros de ledes del León 2017 son distintos a los del León 2013. En los nuevos, la zona de penumbra no es tan pequeña como con los anteriores, en los que había un paso abrupto del área iluminada a la que no la estaba. Proporcionan una buena iluminación aunque, para quien necesite un buen sistema de alumbrado, un Opel Astra con los faros de matriz de ledes es una opción más aconsejable.
Nos ha gustado la puesta a punto del programador de velocidad activo. No actúa con la brusquedad de otros cuando encuentra un vehículo más lento y tiene en cuenta si el conductor acciona el intermitente para adelantarlo (comienza a acelerar antes de estar en el carril libre de obstáculos). El sistema de mantenimiento automático en el carril, hace correcciones sobre la dirección para mantener el coche centrado, algo que siempre consigue con suavidad. De todos modos, este sistema no está ideado para que el conductor se desentienda del volante, tan solo es una ayuda ante posibles despistes: a los diez segundos, aproximadamente, de haber soltado el volante se advierte al conductor para que vuelva a sujetarlo. Si no sucede, comienzan a producirse distintos avisos consecutivos, tanto acústicos como dos pequeños frenazos para intentar llamar la atención. En el caso de las versiones con cambio automático, si aun con ello el conductor no sujeta el volante ni actúa sobre los pedales, el León se detiene automáticamente.
Yo he intentado varias veces activar esta función de frenado de emergencia y solo he conseguido que funcione una. Desde que se produce el primer aviso hasta que comienza a detenerse el coche pasan muchos segundos y se recorren muchos metros (yo he llegado a medir 2,2 km). Durante este periodo el coche debe ser capaz de no salirse de la vía (en unas ocasiones ha mantenido la dirección y en otras no, aparentemente sin motivos para ese dispar comportamiento), algo que es muy difícil salvo que se esté en un tramo recto o que tenga curvas muy suaves. El manual del coche dice que antes de detenerse automáticamente, hace varios zig zags y activa las luces de emergencia; lo primero no lo noté; de lo segundo no estoy seguro que sucediese.