De las tres unidades que hemos conducido del Ibiza 2015, ninguna tenía motor Diesel. De menor a mayor potencia, hemos probado las versiones de tres cilindros 1.0 Eco TSI de 95 y 110 caballos, y la 1.4 Eco TSI ACT de 150 caballos, todas con cambio manual (de cinco relaciones en el primer caso y de seis en los otros dos).
Todos tienen en común la facilidad con que se conducen y, en general, una sensación de manejo muy agradable, con diferencias más notables en el confort y la capacidad de aceleración, que en la estabilidad y en las cualidades dinámicas, que son, en todo caso, siempre altas. El ruido de rodadura da la sensación de estar bien aislado y los ruidos generados por el flujo de aire exterior están principalmente localizados en el marco de las ventanas delanteras y en los espejos retrovisores. Ninguno de los motores de gasolina destaca negativamente por cantidad y calidad de ruido.
La versión 1.0 Eco TSI de 95 CV resulta satisfactoria en casi todo tipo de condiciones. Su respuesta por debajo de 2000 rpm no es demasiado enérgica, aunque resulta suficiente para circular con normalidad. Por encima de ese régimen, la entrega de potencia es mucho más intensa y hace que el Ibiza se sienta un coche relativamente rápido, de respuesta casi instantánea al acelerador y que circula con soltura sin necesidad de apurar las marchas hasta altas revoluciones.
No es un motor ruidoso ni produce vibraciones molestas (únicamente se sienten a muy bajas revoluciones o al apurar las marchas), aunque éstas son más notorias que, por ejemplo, las que produce el motor 1.0 Ecoboost de 100 CV del Ford Fiesta o el 1.2 Puretech de 110 CV del Peugeot 208. A pesar de ello, no me parece que sea un motivo para desaconsejar esta versión porque su nivel de refinamiento está al mismo nivel o incluso superior al de muchos motores con cuatro cilindros.
En la medición de aceleración de 80 hasta 120 Km/h ha necesitado 8,1 segundos, un tiempo muy parecido al que en su día obtuvimos en la misma medición con el Ford Fiesta 1.0 Ecoboost 100 CV PowerShift (8,3 segundos) y mejor que el de modelos ligeramente más potentes, como el Opel Corsa 1.4 Turbo 100 CV (8,6 segundos), el Renault Clio GT 1.2 TCe 120 CV EDC (8,7 segundos) y el Hyundai i20 1.4 100 CV (9,6 segundos). Tabla comparativa de prestaciones.
Además de hacer del Ibiza un coche rápido (en relación con la potencia declarada), el motor 1.0 Eco TSI de 95 CV no consume demasiado combustible en casi ninguna circunstancia. En nuestro recorrido habitual —144 km por autopista con numerosos cambios de pendiente y a una velocidad media de 120 km/h— ha necesitado 6,5 l/100 km, un resultado mejor que el que obtuvimos con el Hyundai i20 1.4 100 CV (7,2 l/100 km), el Škoda Fabia 1.2 TSI 110 CV DSG (6,7 l/100 km) y el Opel Corsa 1.4 Turbo 100 CV (7,6 l/100 km).
A tenor de los resultados obtenidos durante toda la prueba, no parece que el consumo sea muy sensible ante cambios bruscos de ritmo: en los más de 1200 km en los que lo condujimos, éste fue de 6,7 l/100 km (reales). La mayor parte de los recorridos que hicimos con el coche transcurrieron por vías urbanas y de circunvalación, alternando una conducción suave con puntuales aceleraciones hasta el límite de revoluciones (por ejemplo, al medir las prestaciones).
La versión 1.0 Eco TSI de 110 CV es un poco menos agradable que la variante de 95 CV porque cuando el motor gira a bajas revoluciones transmite algo más de aspereza y vibraciones y parece tener algo menos de fuerza entre 1000 y 2000 rpm. La diferencia más notable está en la potencia disponible desde medio régimen, que queda patente conforme más larga es la marcha en que se circula. Hasta 80 km/h, sin acelerar a fondo, ambos tienen una forma de rodar muy similar.
Si aprovechamos la potencia máxima, los 110 caballos del más potente lo convierten en un coche con buenas prestaciones. De hecho, es más de un segundo más rápido en aceleración de 0 a 100 km/h que el de 95 CV (9,2 frente a 10,4 segundos, según los datos aportados por el fabricante). Como se comprueba en esta ficha comparativa, sus relaciones de cambio son idénticas en las tres primeras marchas; cuarta y quinta son más cortas en el de 110 CV y éste cuenta además con una sexta bien ajustada con la que es posible circular por circunvalaciones muy cerca del régimen de ralentí aplicando muy poca presión al acelerador sin que se vea comprometido el confort.
El Ibiza 1.4 Eco TSI ACT de 150 caballos, que va asociado exclusivamente al nivel de equipamiento FR, es un coche muy rápido. Lo es por la capacidad de aceleración que tiene en cualquier marcha y a cualquier régimen de revoluciones, y por la capacidad para abordar virajes. Su mayor virtud estriba en el buen funcionamiento del motor sobrealimentado de 1,4 litros de cilindrada que, prácticamente en toda circunstancia, parece tratarse de un motor de mayor cilindrada y potencia, por la sensación vigorosa que produce cuando pisamos el acelerador casi desde ralentí. Circulando por una carretera de curvas muy cerradas, permite salir de éstas en tercera velocidad a un régimen bastante por debajo del de potencia máxima y no tener sensación de vacío de fuerza, o hacerlo en segunda, momento en el que, si afrontamos una pendiente pronunciada, la capacidad de tracción puede verse ligeramente comprometida.
El manejo del cambio manual es similar en todas las versiones por dureza y recorrido de la palanca: suave, de movimientos no muy largos y sin un tacto diferenciado entre versiones con y sin pretensiones deportivas (esto es algo que, según gustos, puede resultar negativo para aquellos conductores que busquen un coche cuyas sensaciones se asemejen más a las de un deportivo, como puede ser el caso de los modelos con denominación «FR»).
El sistema Start&Stop es de serie en todas aquellas versiones de gasolina cuya denominación va precedida por la palabra «Eco» y todas las Diesel. Al menos en las de gasolina, funciona con suficiente rapidez como para que no sea incómodo y además lo hace de manera suave, casi imperceptible.
Una de las novedades en la gama Ibiza 2015 es la posibilidad de montar unos amortiguadores con dos niveles de ajuste (Normal y Sport) en las versiones con el nivel de equipamiento FR. La diferencia entre circular con uno u otro ajuste es pequeña, aunque perceptible. Ya en la posición normal, resulta claramente más firme que la del resto de versiones. Esto se nota más en la brusquedad con la que supera los resaltos o baches (sobre todo en el eje trasero), que en la limitación del balanceo de la carrocería.
La suspensión de serie, que no tiene ningún tipo de ajuste, tiene un compromiso entre comodidad y estabilidad especialmente bien logrado. No hace del Ibiza el modelo más cómodo de su categoría (un Citroën C3 o un Dacia Sandero lo son más), pero resulta suficientemente confortable y a la vez proporciona una respuesta muy buena en carreteras de curvas, con un balanceo poco acusado.