El Opel Corsa rueda con menos suavidad que el Peugeot 208 y su habitáculo está peor insonorizado. Su suspensión es un poco más blanda que la del Peugeot y algunos baches abruptos los absorbe mejor, pero se percibe menos refinada porque no aísla tan bién el habitáculo de la rugosidad del asfalto. Esto, junto con un aislamiento acústico inferior y un interior de aspecto más sobrio (impresiones del interior), producen la sensación de ir en un coche de menor calidad y precio. Lo mismo sucede si se compara con un Renault Clio.
A pesar de lo comentado, el Corsa es un modelo del todo satisfactorio para moverse por ciudad y vías rápidas. La suspensión realiza bien su labor de suavizar los baches y tan solo responde con algo de sequedad ante grietas grandes en el asfalto y algunas bandas reductoras de velocidad (esto es frecuente en los coches de este segmento, le sucede al 208 y a otros modelos como al Škoda Fabia). Quien dé prioridad al confort de marcha encontrará en el Citroën C3 una alternativa mejor.
La visibilidad del exterior es buena, si bien no tanto como en el Corsa de la generación anterior, en parte porque la superficie acristalada es menor. En todo caso, con este Corsa 2020 es fácil maniobrar en zonas con poco espacio. Opcionalmente se puede pedir una cámara trasera, cuya calidad de imagen no es particularmente buena (imagen), aunque suficiente para ver lo que hay detrás y evitar golpes en el parachoques.
Tiene una agilidad normal en curva. No es un coche ideado para disfrutar de la conducción en una carretera de montaña, pero sus reacciones cuando se toman los giros a mucha velocidad son seguras. También lo son cuando se hacen cambios bruscos de dirección para evitar un obstáculo, como puede verse en el vídeo de la maniobra de esquiva. Esta prueba la superó a una velocidad de 75 km/h, con una intervención de las ayudas electrónicas ejemplar y sin que hubiera ninguna reacción que complicase el control del vehículo.
Las diferencias que percibimos tras completar un tramo de curvas simultáneamente con un Opel Corsa Elegance 1.2T 101 CV y un Peugeot 208 GT Line 1.2 PureTech 131 CV EAT8 fueron manifiestas. El Corsa se balancea más y es más propenso a abrir la trayectoria (subvirar). Se percibe menos preciso y sus reacciones son más torpes y menos gratificantes. No obstante, es necesario reconocer que esta comparación no es del todo justa para el Corsa ya que este iba con unos neumáticos no deportivos (Michelin Primacy 4 frente a Michelin Pilot Sport 4 del Peugeot, ambos con exactamente las mismas dimensiones, 205/45 R17; los Pilot Sport 4 proporcionan un agarre sensiblemente superior). No obstante, un Ford Fiesta es una mejor opción que el Corsa y el 208 para quien quiera un coche «divertido» en curva.
El tacto de la dirección y del cambio manual es correcto, sin más. No entusiasman por su precisión de movimientos, pero se manejan con poco esfuerzo y no restan confort a la conducción. La caja de cambios automática EAT8 —de convertidor de par y ocho relaciones— nos gusta porque cumple bien con su cometido en casi toda circunstancia. Es rápida cambiando de marchas, muy suave y además permite moverse con precisión cuando se hacen maniobras a poca velocidad. También admite un uso manual mediante unas levas que hay tras el aro del volante, aunque en este modo de funcionamiento es muy conservadora. Por ejemplo, no permite reducciones que dejen el motor próximo al corte de inyección y cuando en aceleración se alcanza este, cambia automáticamente a la siguiente marcha.
El motor de gasolina de 101 CV tiene tres cilindros, suena como tal (más áspero que uno de cuatro) y no es ruidoso. Sus vibraciones llegan bien atenuadas al interior, mueve al Corsa con mucha solvencia y gasta carburante a un ritmo normal en comparación con las alternativas que hemos probado (en los siguientes párrafos comentamos sus prestaciones y consumo). Por el momento, es el único motor que hemos probado de la gama Corsa 2020 y nos parece una opción muy aconsejable.
La unidad de Opel Corsa 1.2T 101 CV que hemos utilizado para realizar las mediciones de prestaciones y consumo tenía cambio manual, el nivel de equipamiento Elegance y pesaba 1120 kg (con el depósito lleno y sin conductor). Tardó 7,5 segundos en acelerar de 80 a 120 km/h, un buen dato. Un Renault Clio TCe de 100 CV necesitó 8,4 segundos, mientras que un SEAT Ibiza 1.0 TSI 95 CV requirió 7,8. También es más rápido acelerando que el anterior Corsa con motor de gasolina de 100 CV (que era un 1.4 de cuatro cilindros con turbo), el cual tardó 8,6 segundos.
En el recorrido que utilizamos para comparar los consumos de los coches que probamos —son 143 km por una autopista que atraviesa un puerto de montaña y que completamos a una velocidad media de 120 km/h, con el aire acondicionado desconectado— gastó 6,1 l/100 km, es decir, un poco más que el Ibiza citado en el párrafo superior (6,0 l/100 km) y un poco menos que el Clio (6,3 l/100 km). El Corsa de 100 CV de la generación anterior consumió mucho más (7,5 l/100 km).
El consumo en ciudad, con tráfico denso y sin atascos, conduciendo con poca preocupación por ser eficiente, ha estado en torno a 7,5 l/100 km. Si se circula en condiciones más favorables (como vías de circunvalación con tráfico ligero) y se es un poco precavido con el acelerador, es sencillo bajar de 6,0 l/100 km.
El motor de gasolina de 131 CV solo puede ir ligado al cambio automático EAT8. Esta combinación de motor y caja de cambios no la hemos probado en un Corsa, sino en un Peugeot 208. Su mayor potencia se nota —80 a 120 km/h en 6,5 s, un segundo menos— y es un extra que puede venir bien para realizar algún adelantamiento, pero en la mayoría de las situaciones el motor de 101 CV es más que sobrado. En la prueba de consumo, esta versión del Peugeot 208 gastó 7,0 l/100 km, un 15 % más que el Corsa (impresiones de conducción del Peugeot 208).
Los faros matriciales de ledes del Corsa son mejores que los faros de ledes del Peugeot 208. La potencia de iluminación, tanto en cortas como en largas, es similar, pero el sistema de encendido y apagado selectivo del Corsa permite circular durante más tiempo con la luz larga. Este sistema matricial utiliza una cámara apuntando hacia el frente para identificar vehículos y otros elementos, como señales de tráfico. Con esa información, juega con el encendido y apagado de ocho ledes (cuatro por faro) para no deslumbrar a otros usuarios y proporcionar la máxima iluminación posible. Este sistema funciona bien y estos faros son, sin duda, uno de los puntos más sobresalientes del Corsa. El sistema de cambio automático de luces cortas y largas del 208 no es matricial, por lo que solo conecta estas últimas cuando no hay nadie delante.