Con relación a un Astra normal, el Coupé tiene una suspensión 20 mm más baja, muelles menos flexibles y amortiguadores más resistentes. El Turbo tiene unas características especiales, que incluyen modificaciones en la estabilizadoras. El Astra que hemos probado —2.2 Bertone Edition— no se siente especialmente «duro» de suspensión; de hecho, lo parece menos que la versión Sportive del Astra 2.0. Esto se debe en parte a los neumáticos Michelin Pilot HX, con un compromiso, entre tacto deportivo y confort, más favorable a lo segundo. La medida del neumático es 205/50 16 en esta versión, lo que disminuye la suspensión que da la propia rueda, en favor de menos deriva.
La versión que he conducido tenía control de estabilidad, pero no un botón para desconectarlo. Por lo que puedo decir del coche en estas condiciones, su respuesta en carretera es buena y no tiene la brusquedad que se le supone a un coche más bien firme de suspensión con llantas de 16 pulgadas.
Parece fácil de conducir incluso sin control de estabilidad, que será equipo de serie en el 2,0 Turbo y opcional en los demás
Los discos de freno no son mayores que los de otros Astra (280 mm delante y 264 detrás), dado que el Coupe sólo pesa 40 kg más que ellos. El Turbo tiene unos discos delanteros más grandes (304 mm), como los que lleva el Astra OPC de 160 CV.
La servodirección, como en los otros Astra, es electrohidráulica; hay un motor eléctrico que proporciona la presión necesaria al circuito hidráulico. Esto tiene la ventaja de que este motor sólo trabaja cuando es necesario, a diferencia de lo que ocurre con una bomba normal, que está siempre girando aunque no suministre presión.