Por poquito, pero gana el Mégane, porque es más barato, mejor equipado, más ligero, consume menos, los resultados de la prueba de choque son mejores y ofrece mayor anchura interior. El Astra tiene a su favor un motor mucho mejor, un maletero más grande, mayor espacio longitudinal para los pasajeros y unos asientos más cómodos. Ninguno de los dos coches es particularmente silencioso: El Astra suena más y el Mégane es de tacto áspero. Lo peor del Astra, su peso elevado. Lo peor del Mégane, su motor.
Es de suponer que un vehículo de estas características circulará mucho por autovía. En ese caso no hay duda. El Mégane resulta más apropiado. Y en carretera muy virada, también. Se conduce mejor por curvas que el Astra, porque frena mejor (a pesar de los tambores posteriores) y se inscribe mejor en las curvas. En carretera nacional rápida, con frecuentes adelantamientos a cien por hora, con curvas amplias y buen asfalto, el Astra sale mejor parado. Sólo si se circula frecuentemente en esas condiciones puede valer la pena pagar el sobreprecio.
Son los únicos modelos que se venden en España con carrocería de cinco puertas, tracción delantera y motor turbodiésel de 100 CV. No tienen rival. Unos se quedan cortos en potencia, otros largos. Claro que el Renault anuncia cien caballos, pero según los datos de homologación no llega a esta cifra: 72 kW, que es la cifra homologada, se corresponden con 98 CV y no con cien. Es habitual en Renault. Sus cifras en caballos y en kilovatios no son equivalentes. Suman siempre unos caballos de más. Opel en cambio, todo rigor, concuerda perfectamente ambas cifras.
Ese rigor germano también se nota en el interior. Los mandos de la ventilación están mejor situados y son de una forma más ergonómica y el volante tiene un aro más grueso, que se agradece. Los asientos son más duros, para acompañar mejor en viajes largos. Los del Mégane RXE son blandos, pero resultan mejor de lo que aparentan. En la versión RXi, el mullido resulta más rígido.
El Mégane RXi dispone de otra ventaja: los elevalunas posteriores están bien situados. Es cierto que en el RXi son manuales y en el RXE eléctricos, pero no hay color. Mejor unas manivelas en su sitio lógico que unos interruptores en los pies. Para llegar, hay que hacer cabriolas y ponerse en una postura en la que el cinturón de seguridad sólo sirve de adorno (molesto además) Paradójicamente, la versión RXE es recomendable si no se quieren utilizar las ventanillas posteriores. Si se tienen niños y se quiere bloquear la ventana posterior, versión RXE. Si no, mucho mejor la RXi, con asientos más duros. (El alerón posterior pegado a las siglas RXi es la única diferencia exterior).
En habitabilidad, el Astra gana en espacio para las piernas y maletero y el Mégane en sitio para los codos. Los altos van mejor en el asiento delantero del Astra y en el posterior del Mégane. Para encontrar la postura de conducción, el Opel es claramente mejor: su volante regulable en profundidad y altura da mucho más juego que el del Mégane, sólo regulable en altura. El asiento del conductor se desplaza verticalmente en ambos y en el del Mégane se regula el apoyo lumbar.
El Astra pesa 140 kg más, 90 de ellos sobre el eje delantero. Se nota. Su paso por curva resulta menos ágil que el del Mégane. El mayor peso obliga a endurecer la suspensión del Opel, pero aún así, el Mégane resulta más ágil en curva y mucho más progresivo y dócil). Ese mayor peso influye también en el consumo, apartado en el que los dos coches presentan buenas cifras.
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La web de la Federación Internacional del Automóvil alberga información relativa a las pruebas de choque. Son páginas exclusivamente en inglés, con una información sobresaliente. El Mégane y el Astra se sitúan en los puestos de honor de su categoría. Es muy recomendable echar un vistazo.