Lo mejor del habitáculo del Ampera-e es la amplitud longitudinal en las plazas traseras (tabla comparativa de mediciones del interior), donde hay sitio para que una persona alta meta sus piernas sin pegar en el respaldo delantero. En proporción, hay menos espacio a lo alto que a lo largo, dado que si se lleva la espalda correctamente apoyada en el respaldo, un pasajero de más de metro noventa rozará con el techo.
Considero destacable la cantidad y capacidad de los espacios destinados a dejar cosas. En cambio, son mejorables los ajustes y los plásticos, ambos aspectos de menor calidad a la que Opel acostumbra y que hacen acordarse rápidamente de que estamos ante un coche de procedencia norteamericana, en los que normalmente no se cuidan tanto estos detalles.
La postura al volante es más erguida que en un turismo normal porque los asientos van más altos. El motivo no es casual: a diferencia de lo que ocurre en coches que no son exclusivamente eléctricos, los módulos de la batería no se han ubicado aprovechando huecos del chasis (túnel central, por ejemplo) si no que ocupan la parte inferior del piso (imagen; la altura de la batería es de 177 mm).
Los asientos delanteros tienen un mullido firme, especialmente en el caso del respaldo, pero cuando he dejado de pensar en ello no me han resultado incómodos. Su respaldo es algo más estrecho de lo habitual, algo que en principio solo deberían notar las personas más corpulentas.
El acceso a las plazas traseras es cómodo por el vano que deja la puerta una vez abierta y porque el extremo de la banqueta queda lejos del pilar central, dejando espacio suficiente para pasar el pie. Además, el piso es completamente plano, sin protuberancias que molesten para colocar los pies o para pasar de un lado al otro.
Todas las plazas, excepto la central trasera, tienen calefacción en el asiento; el volante también. No se hace por dotar al Ampera-e de un equipamiento lujoso, sino que estos elementos facilitan que los ocupantes se sientan térmicamente a gusto, con un menor consumo eléctrico que el que requiere la calefacción del coche (al no haber un motor térmico que produzca calor, los coches eléctricos cuentan con un calefactor cuyo consumo reduce notablemente la autonomía).
Opel ha resuelto satisfactoriamente una demanda cada vez mayor en los automóviles: la recarga de dispositivos como móviles o tabletas. Hay cuatro tomas USB (dos por fila de asientos), una de 12 voltios bajo el salpicadero (junto a la cual hay un bolsillo donde poder dejar el móvil mientras carga) y un lugar (imagen) donde recargar el móvil sin cables siempre que este sea compatible con un sistema de recarga inalámbrica.
El sistema multimedia, cuya pantalla es muy grande y está colocada con una inclinación tal que hace su utilización más sencilla que aquellas que van verticales (si estuviese en una posición más elevada me parecería inmejorable), se puede conectar con un móvil para hacer uso de las conexiones Apple Carplay o Android Auto, que replican algunas aplicaciones del móvil en la pantalla del coche. La disposición de los elementos en la pantalla me ha parecido buena.
El maletero tiene 381 litros de capacidad y se puede compartimentar en dos huecos mediante un piso que se puede colocar a dos alturas distintas (imagen). Cuando está en la superior, deja un espacio superior con 38 cm de altura y otro inferior de 21 cm. El borde de carga está a 74 cm del suelo, que es mucho.