Los cambios que se han realizado en el MG ZR respecto al Rover 25 para que sea más eficaz en conducción deportiva, además de ser múltiples, también han sido muy efectivos. Dirección, cambio y frenos son tres de los apartados que se han retocado en profundidad.
La dirección del ZR 160 es muy rápida y precisa, con un tacto de asistencia durito que aporta una buena sensibilidad en conducción deportiva, pero que puede resultar un poco pesada al maniobrar. Por otro lado, el radio de giro de este MG es limitado y no se desenvuelve con mucha agilidad en espacios pequeños o en maniobras. Al ser tan directa y rápida requiere finura en los movimientos del volante y, si no estamos acostumbrados, podemos necesitar un corto período de adaptación a su rapidez.
El cambio es rápido y suficientemente preciso para disfrutar en conducción deportiva y aprovechar las posibilidades del motor, pero podría ser más redondo. En nuestra unidad de pruebas rascaba levemente al pasar de 1ª a 2ª si movíamos la palanca con mucha rapidez. En conducción normal no había problema. El escalonamiento entre las marchas es cerrado y los desarrollos de transmisión cortos.
Destacan especialmente sus frenos. Tiene unos discos más grandes delante y detrás (ventilados de 282 mm de diámetro delante y 260 mm detrás) y me ha gustado por su potencia de frenada y resistencia a la fatiga (fading). Tienen un buen mordiente y permiten dosificar la frenada con eficacia, sin embargo, el pedal tiene un recorrido inicial que no aporta presión y, antes de comenzar a ofrecer tacto, baja mucho, haciendo su recorrido total un poco largo. Hay que destacar también el buen funcionamiento de su ABS (Bosch de cuatro captadores con repartidor electrónico de frenada) en todo tipo de carreteras (con asfalto liso y bacheadas). Las distancias de frenado han sido cortas (54 m a 120 km/h).