El MG ZR 160 es un deportivo puro, con pocas concesiones al confort y un afinado trabajo en motor y bastidor. Destaca más por estabilidad y comportamiento que por prestaciones, aunque el conjunto final es capaz de ofrecer fuertes sensaciones al volante. No hay muchos modelos de su tamaño y potencia tan radicalmente deportivos como el ZR 160, ni tampoco es habitual entre los fabricantes el realizar un coche de calle con tanto "sabor de carreras".
Como deportivo radical, es un coche exigente si se conduce rápido, que obliga a ir permanentemente "agarrado" al volante, dadas sus reacciones muy rápidas y directas. Por eso, no es un coche recomendado para gente que sólo quiere el aspecto de un deportivo y no sus cualidades dinámicas. Es apropiado para gente que valore muy especialmente la conducción deportiva y estén dispuestos a sacrificar el confort (del que carece) por sensaciones próximas a las que puede transmitir un coche de competición.
Suspensiones, dirección, frenos y caja de cambios están muy bien adaptados para realizar una conducción deportiva, pero las prestaciones que hemos obtenido en nuestras mediciones son más lentas que las declaradas por el fabricante, y no están en sintonía con las ofrecidas por un motor de 160 CV. Aun así, la sensación que transmite es la de empujar con fuerza, será quizá por el elevado sonido del motor o por los desarrollos de transmisión muy cortos, que dan una sensación subjetiva de mayor empuje.
Con relación a otros modelos, se nota que el interior está algo desfasado en cuanto a funcionalidad, habitabilidad y nivel de equipamiento, si bien el precio de este modelo parece competitivo teniendo en cuenta lo que ofrece a cambio.