El GLA que hemos probado con más detenimiento tenía instalada la suspensión opcional «off-road», que aleja la carrocería del suelo 30 milímetros con respecto a la de serie y que resulta totalmente recomendable para aquellas personas que circulen habitualmente por vías sin asfaltar. A pesar de la altura, su ajuste es muy parecido al que tiene la de serie —más bien blando— y proporciona un nivel de comodidad muy bueno a los ocupantes.
Con esta suspensión (y con la de serie también), el GLA es completamente distinto al Clase A del que deriva. No es un coche en el que el conductor perciba una conexión especialmente directa con el asfalto a través del volante y sus reacciones no son ni ágiles ni precisas, pero a cambio circula con una suavidad poco común y resulta sumamente agradable de conducir. Se trata, por lo tanto, de un vehículo muy adecuado para cubrir grandes distancias sin que los pasajeros acusen mucho el paso de los kilómetros. Por contra, aquellas personas que gusten de un tacto más «directo», se sentirán más cómodas en un BMW X1 o incluso en un Audi Q3.
Nuestros habituales ejercicios en circuito ratifican con claridad estas afirmaciones: la carrocería del GLA tarda mucho en apoyar, pero una vez lo hace, mantiene bien la trayectoria y sus reacciones son muy seguras y fáciles de controlar por el conductor. Hemos superado la maniobra de esquiva de manera correcta a 77 km/h, que es una velocidad similar a la que conseguimos con modelos tan dispares como un Mazda CX-5, un Suzuki Swift o un Peugeot 508 RHX. Video en nuestro canal de YouTube.
La versión que hemos probado con detenimiento ha sido la 220 d 4MATIC, que tiene un motor Diesel de 177 caballos, una caja de cambios automática de 7 velocidades (7G-DCT) y tracción en las cuatro ruedas. El motor, que es el mismo que tenía el GLA 2014, resulta claramente más agradable en autopista que en ciudad porque a ralentí y a poca velocidad emite un ruido feo y tiene un funcionamiento ligeramente tosco. Una vez el vehículo gana velocidad, la situación mejora de manera notable, pero en ningún momento se percibe como un motor refinado.
Donde sí sobresale es en la relación entre prestaciones y consumo, que es excelente. Hemos medido un tiempo mínimo de 6,1 segundos para acelerar entre 80 y 120 km/h, exactamente lo mismo que un BMW X1 xDrive20d de 190 CV y mucho menos que un SEAT Ateca 2.0 TDI 190 CV 4Drive DSG (6,9 s). También las recuperaciones en marchas largas han sido buenas, lo que demuestra que se trata de un motor con mucha fuerza en un amplio rango de revoluciones (únicamente necesita 12,3 segundos para pasar de 80 a 120 km/h en 7ª velocidad).
Como hemos comentado anteriormente, el motor del GLA 220 d 4MATIC gasta muy poco carburante en practicamente cualquier escenario. Resulta muy sencillo ver cifras cercanas a los 5,0/100 km en el ordenador de viaje, incluso sin realizar una conducción especialmente atenta por la eficiencia. En nuestro recorrido habitual de consumo, que transcurre por una autovía con contínuos desniveles y en el que circulamos a una velocidad media de 120 km/h, ha necesitado 6,1 l/100 km, una cifra baja y similar a la obtenida con vehículos con motor Diesel de mucha menor potencia, como el Audi A3 Sportback 1.6 TDI 116 CV S tronic o el Nissan Juke dCi 110 CV 4x2. Un BMW X1 xDrive 20d Aut., que tiene una carrocería de tipo todoterreno y un motor Diesel un poco más potente que el GLA, consumió exactamente lo mismo: 6,1 l/100 km.
La caja de cambios automática de doble embrague 7G-DCT que lleva de serie la versión 220 d 4MATIC tiene un funcionamiento general muy bueno: es rápida cambiando de marchas y permite maniobrar a poca velocidad con suavidad y precisión. El único aspecto mejorable que hemos detectado (y que también sucede en el Clase A) es que no siempre se adapta bien al tipo de conducción que se practica; al aumentar el ritmo, tiende a seleccionar una o dos marchas más largas de las deseadas y obliga a recurrir a las levas que hay tras el volante para realizar los cambios de manera manual. Al seleccionar el modo de conducción ECO, el cambio engrana el punto muerto en algunas situaciones para circular por inercia (Mercedes-Benz lo denomina «Modo de planeo») y así evitar la retención que provocan los distintos rozamientos internos.
El sistema Start&Stop forma parte del equipamiento de serie de todos los GLA y, al menos en combinación con la versión 220 d 4MATIC, tiene un funcionamiento correcto en cuanto a rapidez a la hora de arrancar el motor. No es demasiado brusco, pero sí es cierto que provoca una pequeña sacudida cada vez que entra en funcionamiento y, tras muchas actuaciones, puede resultar un poco incómodo.
El GLA no tiene ni de lejos las capacidades para circular fuera del asfalto de un todoterreno tradicional, pero sí puede tener algunos elementos que le permiten avanzar con ciertas garantías por pistas sencillas o por vías nevadas: la anteriormente mencionada suspensión «off-road», que eleva 3 centímetros la carrocería, un sistema de tracción a las cuatro ruedas «4MATIC» o un control de descenso de pendientes (se activa mediante un botón de la consola y su velocidad se ajusta mediante el mando del programador de velocidad).