El Mazda RX-8 es un deportivo peculiar por su carrocería, de aspecto cupé pero con cuatro puertas, y por su motor, que es rotativo. Hay a la venta dos versiones que se distinguen principalmente por la potencia del motor, 192 ó 231 CV.
Además del motor, entre estas dos versiones hay diferencias en la transmisión (el menos potente tiene una caja de cambios de cinco velocidades) y de equipamiento. La versión de 192 CV cuesta 33.000 €; es decir, 5.370 € menos que la de 231 CV. Si las prestaciones no son una premisa y no importa prescindir de ciertos elementos de equipamiento, la versión menos potente nos parece la más recomendable por lo que ofrece en relación a lo que cuesta y porque es más confortable.
Actualmente, el RX-8 es el cupé menos costoso entre los que tienen 170 y 210 CV (si se puede considerar cupé por su carrocería). El más próximo por precio es el Alfa Romeo Brera 2.2 JTS, que cuesta 33.900 € (relación de cupés de estas características, ordenados por precio).
Como producto y al margen de su relación entre precio y equipamiento, lo mejor del RX-8 es su agilidad en carreteras lentas, lo divertido que puede ser de conducir y —aun así— lo fácil que resulta hacerlo. Hay pocos coches que respondan tan bien al volante. Para encontrar un cupé mejor en este sentido hay que llegar hasta un Porsche Cayman.
Además, el RX-8 tiene un control de estabilidad que permite conducir rápido sin que frene excesivamente al coche, sobre todo si el conductor es fino en la trazada y suave en la aceleración.
Lo peor tiene que ver con el escaso rendimiento de sus motores. Con cualquiera de los dos, el RX-8 es más lento que otros deportivos de potencia semejante y consume más.
En viajes no es de los más cómodos a causa del ruido. Además del motor y, en función de la velocidad y la carretera, también hay ruido producido por el aire y las ruedas.
La versión que hemos probado de 192 CV tenía una suspensión menos seca que la llevaba el de 231 CV. Que sea así, hace al RX-8 de menor potencia menos nervioso en carreteras rápidas con baches y más confortable sea cual sea el estado de la carretera.
Las plazas traseras tienen más espacio y son más accesibles que en cualquier otro cupé de su tamaño, gracias a las dos puertas traseras que se abren en sentido contrario al de las delanteras. Sí van a ir pasajeros en las plazas traseras es mejor que modelos como el Audi TT o un Alfa Romeo Brera, pero no que aquellos que derivan de una berlina, como el Audi A5 o el BMW Serie 3 coupe.
El maletero mide 290 l de volumen; es normalmente suficiente para dos personas e insuficiente para cuatro.
El RX-8 tiene dos pequeños inconvenientes funcionales en el día a día: uno, que es muy fácil rozar con los bajos al pasar sobre el vértice superior de una rampa de garaje, sobre todo si el coche está cargado (no hace falta que la rampa sea muy pronunciada).
Otro, en un motor rotativo suele ser preciso controlar el nivel de aceite con más frecuencia que en otros coches y resulta engorroso hacerlo, porque no tiene un indicador en la instrumentación y la varilla es poco accesible (es casi imposible atinar al introducirla sin la ayuda de una linterna, si estamos dentro de un garaje).
El RX-8 de 231 CV ha gastado unos 400 cm³ de aceite cada 1.000 km, en unas condiciones muy severas. Eso es más que algunos motores de coches deportivos y menos que otros. El de 192 CV ha consumido menos de 200 cm³ cada 1.000 km, una cantidad normal en cualquier deportivo. Sobre la fiabilidad del motor rotativo no tenemos datos, ni a favor ni en contra.
Otro inconveniente práctico de este motor es que tiene una potencia fiscal muy alta (32,99 caballos fiscales las dos versiones), y eso encarece el impuesto municipal. La potencia fiscal en un motor rotativo no depende de la cilindrada, se calcula dividiendo la potencia efectiva (en kW) entre 5,21.
La versión de 231 CV lleva de serie elementos como navegador con lector de DVD, tapicería de cuero, faros de xenón o asientos con ajuste eléctrico. Esos elementos no están disponibles en la de 192 CV ni como opción.
De serie, los dos tienen control de estabilidad, airbags frontales, laterales delanteros, de cabeza para las dos filas de asientos, cinturones delanteros con tensor de emergencia y limitador de tensión, climatizador, un equipo de música con nueve altavoces y cargador de 6 CD (que suena bien) y luces en los retrovisores para facilitar la entrada en el coche en sitios oscuros.
Ninguna puede tener elementos como automatismos para el limpiaprabrisas, las luces o las cerraduras, ordenador, oscurecimiento automático del retrovisor interior, retrovisores plegables eléctricamente o un freno de estacionamiento automático.
A finales de 2009 o principos de 2010, Mazda tiene previsto vender en Europa una variante del RX-8 con un sistema de propulsión hibrido mediante un motor de hidrógeno.