El habitáculo del Mazda3 está acabado con materiales de buena calidad y sus ajustes transmiten sensación de solidez. Pensamos que no son muchos los aspectos negativos del interior de este coche que deban condicionar la decisión de compra; quizás el peor sea que, pese a tener una longitud exterior mayor que la de sus alternativas —algo que en sí supondrá un problema para algunos—, no es especialmente amplio.
Según nuestras mediciones, hay varios vehículos similares —como un Opel Astra o un SEAT León—, que siendo más pequeños dan algo más de espacio para las piernas y más altura al techo en ambas filas. Sin embargo, la anchura del Mazda es de las más grandes entre todos los modelos rivales que hemos medido. Esto hace que la plaza central trasera (imagen) se amplia; en ella puede viajar un adulto pero irá más incómodo que el resto porque el respaldo es algo más duro que los demás y el túnel de transmisión es grande. Una carencia de las plazas traseras es que no tienen sus propias salidas de aireación, aunque sí hay un reposabrazos central con dos portabebidas (imagen) y bolsillos para guardar libros o revistas en la parte posterior de los asientos delanteros (imagen).
Hay apartados especialmente bien resueltos por Mazda que se aprecian en todos los modelos de su gama, y este no es una excepción. En mi opinión, el mejor de ellos es el que engloba todo lo que tiene que ver con el puesto de conducción, que resulta soberbio. Empezando por el asiento (imagen), que se adapta al cuerpo como un guante y recoge la espalda de forma ejemplar; sensación esta que se mantiene con el paso de los kilómetros, sin que aparecezca fatiga. En la presentación del modelo a la prensa, Mazda nos contó que para el Mazda3 2017 se han rediseñado tanto los asientos delanteros como el volante (imagen del nuevo e imagen del antiguo). En esa ocasión pude comprobar que lo que decían es verdad: los anteriores ya nos gustaron, pero en los nuevos se notan las pequeñas mejoras en la ergonomía. Ambos elementos (volante y asientos) tienen regulaciones muy amplias —las de los asientos pueden ser eléctricas; imagen de los mandos— que permiten a cada persona encontrar una postura de conducción adecuada y, para los que así lo deseen, deportiva, con el asiento situado muy bajo, las piernas estiradas y el volante cerca del cuerpo.
La instrumentación tiene un tacómetro central en el interior del cual se muestra la velocidad en una pantalla digital (imagen). A mí me ha gustado porque permite consultar ambos datos —la velocidad y el régimen de giro del motor— de un solo golpe de vista. Se echa en falta un indicador de la temperatura del agua refrigerante. El sistema de información proyectada Head Up Display (de serie con el nivel de equipamiento Luxury) muestra información útil —la velocidad, las indicaciones del navegador y el límite de velocidad de la vía— en una pieza de plástico que queda bien situada en la línea de visión hacia la carretera (imagen). En el ordenador de viaje desentona, por anticuado, el botón que reinicia los recorridos parciales (es una fina pieza cilíndrica que sale del propio cuadro).
La palanca de cambios (imagen) es una de las claves que hacen al Mazda3 tan agradable de manejar. Ya sólo este elemento le confiere un tacto de conducción especial: está colocada en el lugar perfecto para que la mano la encuentre de forma intuitiva, se agarra bien porque el pomo es de forma prácticamente esférica, tiene unos recorridos muy cortos y las marchas se insertan con una precisión tan deliciosa como poco común.
En la consola central los botones y ruletas están dispuestos de forma lógica y sencilla, algo que siempre nos gusta porque facilita su uso durante la conducción (imagen). La parte superior está despejada para albergar la pantalla de siete pulgadas (imagen) a través de la cual se maneja el sistema multimedia (de serie salvo con el nivel de equipamiento básico, Pulse). El navegador siempre es una opción que cuesta 400 euros.
El sistema multimedia me parece casi totalmente satisfactorio, en parte porque tiene soluciones propias de los sistemas que tienen otros coches más caros. Mientras se circula, está anulada la función táctil de la pantalla, que pasa a manejarse desde una serie de botones y dos pequeñas ruletas situadas en el túnel central, tras la palanca de cambios (imagen). Su uso es intuitivo y evita el peligro que supone tener que fijar la vista en la pantalla para acertar a pulsar con los dedos en el botón deseado mientras el coche se va moviendo. Muestra de esto es que, al poco tiempo de tener el coche, ya podía realizar muchas de las acciones típicas (como mostrar en la pantalla el navegador en vez de la radio, por ejemplo) sin siquiera desviar la vista de la carretera para ver qué boton necesitaba pulsar. La pantalla no tiene la resolución de las mejores, pero sí la virtud de que se ve bien aunque la luz incida directamente sobre ella. A diferencia de los sistemas multimedia de muchos coches similares, este no es compatible con los protocolos de comunicación Apple CarPlay y Android Auto.
Salvo excepciones, la calidad que se percibe del conjunto del habitáculo es buena, acorde con el precio del coche (es mejor que la de un Ford Focus o un Citroën C4, similar a la de un Infiniti Q30 o un Volvo V40, y algo peor que la de un Audi A3, que es un coche destacable en este sentido). La mayoría de materiales empleados tienen un tacto blando y agradable. Esta percepción se incrementa en el caso de escoger una tapicería de cuero opcional como la que llevaba nuestra unidad, ya que se extiende por algunas zonas de las puertas y el reposabrazos central (imagen).
El surtido de huecos portaobjetos es grande y práctico. La mayoría están acabados con goma o fieltro para evitar que lo que se deposita en ellos suene durante el viaje. En el túnel central hay dos portabebidas que se pueden cubrir con una cortinilla (imagen), en el interior del reposabrazos hay un espacio grande (imagen), todas las puertas tienen molduras en las que cabe una botella de agua (imagen) y en la parte baja de la consola central hay un buen lugar para dejar monedas, unas llaves o el teléfono móvil, por ejemplo (imagen).
El maletero (imagen) es, con diferencia, la parte peor acabada del coche. Los materiales que lo recubren por los laterales tienen un aspecto y un tacto peor que el resto del conjunto, y la alfombrilla que cubre el piso se mueve con facilidad y es de un material de mala calidad. Como es habitual, los respaldos de los asientos traseros se pueden abatir para crear un espacio de carga más grande que, en este caso, queda prácticamente plano (imagen). Bajo el piso, al retirar la mencionada alfombrilla, se encuentra un kit de reparación de pinchazos (imagen), ya que no se puede pedir una rueda de repuesto ni siquiera en opción.