Lo que le faltaba al Focus era un motor Diesel potente y ya lo tiene. El motor de 116 CV da un nivel de prestaciones que lo deja a la altura de los mejores de su potencia, aunque no hace al Focus mucho más rápido que un Xsara o León con motor de 110 CV. En consumo está también al nivel de los mejores; no gasta tan poco como un León 110, pero la diferencia es despreciable en términos de costo por kilómetro. Es también un motor que vibra poco y no suena mucho.
Tiene una estabilidad sobresaliente. Si no está al máximo nivel en seguridad activa es porque le falta el control de estabilidad, que ya pueden llevar competidores como el Alfa 147, el Audi A3, el Renault Mégane, el Seat León o el Volkswagen Golf. La suspensión es confortable.
Su relación entre precio y equipamiento es muy buena. Sólo el Xsara y el Astra son claramente más baratos y sólo el Mégane tiene un equipamiento de serie mejor, al mismo precio.
En espacio interior está más o menos dentro de lo normal entre los coches de tres puertas de su tamaño. Aunque estrecho atrás, para dos pasajeros está bien, por la altura y el espacio para las piernas. Con un maletero de 350 litros, está también dentro de lo normal.
Una razón para no comprar esta versión puede ser que hay un TDdi de 90 CV que cuesta 300.000 pesetas menos. Ciertamente el 90 es lento comparado con el 115, y le faltan algunas cosas que tiene el TDCi de serie: llantas de aleación, espejos térmicos y con mando eléctrico, faros antinieblas y tres reposacabezas traseros. El costo de esas opciones para el TDdi es 135.000 pesetas. No recomendamos uno u otro, sino probar ambos antes de comprar cualquier de ellos.