El Citroën C4 X está marcado por una suspensión muy blanda, que tiene sus puntos fuertes y sus inconvenientes.
Lo mejor es la suavidad de marcha que proporciona, especialmente en carreteras rápidas y de pocas curvas. Los ocupantes viajan con una notable sensación de aislamiento respecto del asfalto, pues las irregularidades llegan muy bien atenuadas. A este buen trabajo de la suspensión se une un casi perfecto aislamiento acústico. Por lo anterior, a veces se tiene la impresión de ir montado en una berlina de gran lujo.
Habrá a quien una suspensión así de blanda no le parezca cómoda. En curvas, la carrocería del C4 X se mueve más de lo normal y responde con lentitud a los cambios de trayectoria que pide el conductor. Esta sensación es tanto más acentuada cuando más deprisa se quiere ir. La escasa sujeción lateral de los asientos incrementa la percepción de balanceo. La suspensión es de dureza fija, sin posibilidad de ajuste. Los modos de conducción que se pueden seleccionar desde un mando que hay en la consola solo afectan a la respuesta del motor y de la caja de cambios. El Peugeot 408 es un poco más firme de suspensión y por ello algo menos lento de reacciones.
Puesto que el C4 X cambia de apoyo con parsimonia y transmite esa sensación de aislamiento a sus ocupantes, no invita a circular a un ritmo elevado en curvas, sino más bien a ir de forma relajada. No obstante, el logro de Citroën es haber hecho un coche muy suave de suspensión que no se descoloca más que otros coches de suspensiones más duras, ni reacciona peor. Va bien, pero hay que cogerle confianza. Con este C4 X no hemos realizado la maniobra de esquiva en circuito, pero sí con el C4 de cinco puertas y el resultado fue bueno en términos generales. Es de suponer que con el C4 X las reacciones serán similares. La dirección es blanda y no ayuda a sentir la carretera, pero en general casa bien con el planteamiento de este Citroën.
El movimiento de cabeceo de la carrocería durante las frenadas también es importante. De hecho, llegado el caso extremo de una frenada de emergencia, por el retrovisor se deja de ver la carretera y sólo se ve el cielo. No obstante, el C4 X frena bien. Según nuestras mediciones, desde 120 km/h ha empleado 53,2 metros para detenerse, que es un dato correcto. Con el C4 de cinco puertas conseguimos una frenada más corta, 50 metros, que no sabemos a qué se debe ya que los neumáticos (unos Michelin e.Primacy en medidas 195/60 R18 96H) y los frenos son los mismos en ambos casos. El sistema de frenado está muy asistido; es decir, hay que hacer poca fuerza sobre el pedal para conseguir una aceleración notable.
La carrocería del C4 X va más elevada respecto al piso de lo normal en un turismo. Esa característica tiene ventajas prácticas evidentes pues dificulta que la parte inferior del paragolpes roce en los bordillos o en rampas muy pronunciadas.
La capacidad de maniobra no es especialmente buena. El C4 X necesita una circunferencia de 10,9 m para dar una vuelta completa, que es un dato mejor que el de un Peugeot 408 (11,2 m) pero menos favorable que el de un Škoda Octavia (10,4 m).
El motor Diesel de 131 caballos es posiblemente una de las mejores cosas de este Citroën. Cuando aún está frío es un poco ruidoso. Una vez caliente, el sonido que produce queda reducido a un rumor que no es molesto. Apenas llegan vibraciones al volante o a los asientos, hasta el punto que casi podría pasar por un motor de gasolina.
La entrega de potencia me parece más agradable que la del motor equivalente de gasolina. Este motor Diesel de 1,5 litros se nota más lleno a medio y bajo régimen. Las prestaciones que permiten sus 131 caballos de potencia están en el punto justo para que normalmente no se eche en falta más. Según nuestras mediciones, ha necesitado 7,8 s para pasar de 80 a 120 kilómetros por hora, exactamente lo mismo que el C4 con carrocería de cinco puertas (es normal que los valores sean idénticos porque el peso es muy parecido). El C4 X no acelera con mucha intensidad, pero sí es capaz de mantener una velocidad alta con relativa facilidad aunque las condiciones no sean favorables.
El consumo de combustible es bajo casi siempre. Los valores habituales que he visto en el ordenador en distintos tipos de uso se han movido en una horquilla estrecha, entre 5,0 y 6,0 l/100 km (más cerca de la primera cifra que de la segunda), lo que significa que la autonomía suele estar por encima de 900 kilómetros. Para que consuma más de 6,0 litros hay que conducir a ritmo rápido o muy rápido constantemente o de forma brusca. En nuestro recorrido de referencia por autovía gastó 5,3 l/100 km. En ese mismo recorrido, un Peugeot 408 con el motor de gasolina de 131 caballos que también puede tener el Citroën C4 X consumió 6,3 l/100 km es decir, un 18 por ciento más. En definitiva este C4 X BlueHDi recuerda a esos coches turbodiesel tan habituales hace unos años, que permitían viajar rápido casi sin proponérselo y con un coste por kilómetro bajo.
El cambio de marchas es automático de ocho velocidades. Es muy suave de funcionamiento y no me parece lento teniendo en cuenta el planteamiento tranquilo del C4 X. Las levas que hay detrás del volante vienen muy bien para compensar esa falta puntal de rapidez, ya que permiten preparar el cambio y el motor para aceleración inmediata como puede ser una incorporación a una vía rápida o un adelantamiento.