Los jefes de km77.com me hacen trabajar esta nochebuena. Como saben que ya he descubierto lo del cielo y el infierno, tienen la desfachatez de hacerme trabajar la víspera de su fiesta más sagrada. Bueno. Tienen un jamón patanegra de esos que regalan las marcas de coches y quieren que lo lleve a un comedor popular para que lo disfruten otras gentes. Si yo me lo pudiera comer... ("suspiro", como Obélix enamorado). Jamón y vino, que también les han regalado. (¡Cómo viven estos señores de la tierra!)
El jamón pesa, pero mi buga lo lleva por Madrid con toda facilidad. No hay policía municipal en nochebuena, no hay atascos, y los coches se aparcan en hilera doble en medio de las calles. Es la libertad. Todo el mundo hace lo que quiere y lo hace sin molestar. ¿Por qué no podrá ser así cada día sin necesidad de leyes que tanto dificultan y entorpecen el tráfico? Hay muchos coches en la calle, todos bien aparcados ilegalmente. Dejan suficiente espacio para dejar paso a otros troncomóviles y llegan a tiempo para la celebración familiar. Si todos esos coches hubieran tenido que dar mil vueltas buscando un hueco legal para aparcar, se habrían producido mil atascos. Estos terrícolas están locos. Quieren regularlo todo y no se dan cuenta que no hay sitio para tanta ley.
Después de ir a tres comedores populares cerrados en el casco urbano, me acerco hasta el albergue de la Casa de Campo, puente de los franceses, puente de los franceses, afueras de Madrid. Muchas putas trabajan también en nochebuena. No se ven clientes. Estoy tentado de cambiar mi patanegra por sus piernas largas. Me corto. Los jefes han dicho que es "para las gentes de un comedor popular, ¿De acuerdo?" Hay que respetar los acuerdos. En el albergue se queda con el material el asistente social. También trabaja en nochebuena. Como los guardias jurados que me abren la puerta, como las putas. Espero haya jamón para todos.
* Renano Ridotto es nuestro corresponsal en la estratosfera.
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