El Toledo no es muy ágil en las curvas más lentas ni es de los que mejor mantienen la trayectoria en las rápidas cuando el piso no es bien regular. Sin embargo, nos parece que sus reacciones y el nivel de seguridad están acorde con el planteamiento general del coche (bien logrado, no refinado).
En general, el SEAT Toledo no es un modelo particularmente suave de suspensión. Hay irregularidades que se notan con nitidez en el interior (por ejemplo las bandas reductoras de velocidad), especialmente cuando las ruedas posteriores pasan por ellas. En palabras del fabricante, el ajuste elegido de la suspensión posterior ha sido relativamente duro para limitar la amplitud de sus movimientos cuando el coche circula con mucha carga (y este coche parece muy predispuesto a ser cargado). No obstante, nos parece incómodo.
Al margen de que sea más o menos cómodo, ágil o aplomado a alta velocidad, el Toledo tiene detalles que hacen que su conducción pueda ser muy agradable como el buen ajuste de la asistencia de la dirección (ni demasiado dura ni demasiado blanda) o el sobresaliente manejo del cambio de marchas manual. El eje posterior de este Toledo —de ruedas tiradas unidas por un eje de torsional— es similar al que tenía el SEAT Toledo de hace dos generaciones.
Hemos probado detenidamente la versión de gasolina 1.2 TSI 105 CV (110 CV desde octubre de 2015; ficha técnica) y más brevemente la Diesel 1.4 TDI 90 CV (ficha técnica). Ésta última tiene un motor de tres cilindros que mueve con relativa agilidad al Toledo siempre y cuando las condiciones de circulación no sean muy exigentes. No se siente un vehículo lento en ningún momento, pero las maniobras de adelantamiento requieren de cierta anticipación porque la potencia no es elevada. Su funcionamiento no resulta especialmente refinado: las vibraciones que produce al acelerar con fuerza o cuando gira a pocas revoluciones se sienten claramente en el volante y los pedales. No tenemos mediciones propias de consumo (lo condujimos durante la presentación nacional del modelo), pero nos ha dado la impresión de que éste es casi siempre muy bajo y, además, es poco sensible a los cambios de ritmo. Durante el recorrido previsto por la organización, que transcurría la mayor parte del tiempo por carreteras secundarias (en ocasiones a un ritmo elevado), el consumo fue 5,2 l/100 km.
El motor de gasolina de la versión 1.2 TSI 105 CV (110 CV desde octubre de 2015) funciona con mucha más suavidad y silencio que el Diesel. Sobre el papel, por su cilindrada y potencia, puede parecer escaso en un coche relativamente grande y predispuesto a ser cargado. La realidad es otra. Así, según nuestras mediciones, su aceleración ha sido mejor que la de todos los coches que hemos probado de similar potencia y se acerca a modelos teóricamente mucho más potentes. Tabla con los datos de aceleración de este modelo en comparación a otros rivales.
Da mucha fuerza cuando se lleva hasta un régimen alto, pero también responde bien en marchas largas. Es decir se trata de un motor fácil de aprovechar ya que no hay que ocuparse mucho del cambio de marchas para moverse con agilidad.
Como el motor tiene mucha fuerza en un rango de revoluciones muy amplio, SEAT ha podido instalar una caja de cambios con desarrollos extremadamente largos sin que penalize mucho la agilidad de marcha. La sexta es de 45,9 km/h cada 1000 rpm. Ese desarrollo ayuda a que el Toledo sea silencioso a alta velocidad y, también, a que no gaste mucho a velocidad más o menos sostenida.
Según nuestra medición de consumo (que la hacemos en un recorrido de ida y vuelta por una autopista con importantes desniveles y buscando una velocidad media real de 120 km/h), el gasto medio fue de 7,0 l/100 km (ya añadiendo el error del 5% por defecto que hemos detectado en el ordenador). Es un buen dato, ligeramemte por debajo del que en su día obtuvo el Ford Focus 1.0 Ecoboost de 125 CV (7,2 l/100 km). En el típico recorrido por una vía de circunvalación de una gran ciudad, sin paradas, a velocidad sostenida y con poco tráfico el consumo puede estar sobre 5,5 l/100 km.