Las dos versiones del Porsche 911 Cabriolet se pondrán a la venta en España el próximo 2 de abril. El precio de la versión Carrera (325 CV) es de 94.728 euros y el del Carrera S (355 CV) de 105.736. Son, por tanto, casi un doce por ciento más caros que las versiones cerradas equivalentes (actualmente cuestan 83.720 y 94.728 €). El Carrera Cabriolet básico cuesta exactamente lo mismo que el Carrera S cupé.
La capota es muy similar en su construcción a la del anterior 911; al igual que aquella, se pliega en forma de zig-zag y queda completamente recogida en la parte trasera. Es de accionamiento eléctrico y tarda 20 segundos en abrirse o cerrarse.
Hay dos versiones, las mismas que las de techo duro: Carrera y Carrera S, ambas con motor bóxer de seis cilindros. En la versión Carrera este motor tiene 3,6 l de cilindrada y 325 CV; el Carrera S lleva un 3,8 l de cilindrada y alcanza 355 CV. En ambas está disponible un cambio manual de seis marchas o un automático Tiptronic de 5 marchas, que yo no recomiendo, si lo que se busca en el coche es la máxima aceleración posible en todo momento.
El Carrera emplea 5,2 s en alcanzar los 100 km/h desde parado, mientras que que el Carrera S necesita 4,9 s. La velocidad máxima es la misma que en las versiones cupé –285 y 293 km/h– debido a un coeficiente aerodinámico similar; el de los cabrio es 0,29, el mismo que el del Carrera S y algo mayor que el del Carrera (0,28).
El peso es, en ambos casos, 85 kg mayor que los cupé de los que derivan. El alerón trasero se eleva 20 mm más que en aquéllos para minimizar el efecto de las fuerzas ascendentes a alta velocidad en ambos ejes.
El Carrera lleva llantas de 18” y el Carrera S de 19”, ambos llevan de serie control de estabilidad (PSM) y, opcionalmente en el Carrera y de serie en el Carrera S, un sistema de suspensión activa PASM (del inglés, Porsche Active Suspension Management). También llevan deflector de viento, seis airbags (frontales, laterales y de cabeza, estos últimos salen desde la puerta) y protectores antivuelco a la altura de los reposacabezas posteriores, que aparecen de forma automática, mediante resorte, si detecta que se puede producir un vuelco.