Por el momento no hemos conducido la nueva versión GS 460. El GS 300 tiene una buena relación entre prestaciones y consumo, y además, es un coche con una respuesta suave. De hecho, el GS 300 nos parece más silencioso que un Mercedes-Benz CLS 350 o un Audi A6 3.2 FSI.
El GS 300 tiene un cambio automático de seis machas que realiza los cambios sin que apenas lo noten los ocupantes. La gestión electrónica de este cambio es buena porque, cuando funciona en modo completamente automático, es capaz de dar retención en aquellas circunstancias donde es importante: por ejemplo, puede reducir un marcha al bajar una fuerte pendiente. También puede manejarse de forma manual mediante la palanca, de tipo secuencial.
Hay un mando con tres posiciones, que permite escoger entre tres programas de funcionamiento. En la primera posición («potencia»), la respuesta del cambio ante las acciones sobre el acelerador es más sensible (es necesario menor desplazamiento del pedal para que reduzca o mantiene la marcha en la que vamos al quitar repentinamente el pie del pedal). La segunda («nieve») usa una marcha más larga para evitar que patine al arrancar sobre superficies deslizantes. La tercera posición es la normal.
La suspensión del GS es de paralelogramo deformable en los dos ejes, con triángulos superpuestos delante y un sistema multibrazo detrás; hay varios elementos de la suspensión hechos de aluminio.
Ahora que todas las versiones del GS tiene amortiguación de tipo variable (con dos programas: «normal» y «sport»). Con esta suspensión, es posible que el GS300 sea tan cómodo como el GS 460 (el anterior GS 300 era más seco en determinadas irregularidades que el GS 430, que también tenía suspensión variable).