Siguiendo la tónica actual, el salpicadero del Ypsilon tiene dos pantallas, una para la instrumentación y otra para manejar el sistema multimedia. No están colocadas de manera contigua sino que quedan claramente diferenciadas. Ambas tienen 10,25 pulgadas de tamaño (imagen), se ven bien, especialmente la del sistema de infoentretenimiento, y su funcionamiento es correcto, sin más (las hay que son mucho mejores y otras que todo lo contrario).
Este modelo estrena un sistema multimedia denominado SALA (Sound Air Light Augmentation) que agrupa las funciones de sonido, climatización e iluminación. Según Lancia, «el sistema SALA permite que el interior del Ypsilon pueda adaptarse al ambiente del momento, cambiando inmediatamente la música, el aire y la luz del interior del habitáculo». También incluye un sistema de reconocimiento de comandos vocales que admite un lenguaje más o menos natural (nuestra experiencia no es del todo satisfactoria a este respecto, necesita una mejor puesta a punto); más adelante está previsto que dicho sistema funcione mediante ChatGPT.
En un plano inferior a la pantalla central hay una hilera de botones convencionales para el manejo del climatizador, lo cual nos parece todo un acierto (es mucho más sencillo acceder a las funciones de uso más habitual; imagen), y más abajo aún una repisa a la que Lancia llama «mesa» (imagen). Y efectivamente esa es su principal función: hacer de mesa para dejar los objetos que habitualmente llevamos en los bolsillos, como el teléfono móvil, las llaves de casa o una cartera. El problema viene al tomar curvas con el coche o al acelerar/frenar con cierta intensidad, ya que, salvo la zona destinada a la recarga del teléfono, no está cubierta de goma (en la edición Cassina hay piel, en las demás nada) y, por tanto, todo aquello que depositemos se moverá de un lado a otro o saldrá despedido. En conducción relajada por autopista se pueden dejar objetos sobre esa superficie sin temor a que se caigan. No es buena la ubicación de las tomas USB, bajo la «mesa», en una zona de difícil acceso (de hecho es necesario agachar mucho la cabeza para encontrarlas).
Entre los dos asientos delanteros están los mandos para seleccionar los distintos modos de conducción, el selector del cambio automático y el botón de arranque, todos ellos idénticos a los encontrados en otros modelos del Grupo Stellantis (208 o Corsa, por ejemplo). También son muy parecidos los utilizados para los elevalunas, el volante o los mandos satélites tras el volante.
Lo que sí cambia de manera evidente con respecto a estos y otros modelos del Grupo son los asientos, tanto los delanteros como los traseros. No es tanto una cuestión de diseño, sino de confort (son realmente cómodos) y de tapizados. Los que lleva el Ypsilon recuerdan mucho a modelos de la marca de los 80 y 90, con una especie de terciopelo muy agradable a la vista y al tacto pero que resultan muy calurosos y que parecen difíciles de limpiar (imagen).
Los materiales empleados para recubrir el habitáculo son muy llamativos (hay texturas, colores y formas muy originales), pero no lujosos.
Espacio interior y maletero
El acceso al habitáculo del Ypsilon es prácticamente el mismo que en los Opel Corsa y Peugeot 208, dos modelos con los que comparte plataforma. Delante no hay mayores problemas, pero detrás es más complicado entrar y salir porque las puertas abren en un ángulo muy pequeño y además liberan un hueco de dimensiones reducidas y formas poco regulares. No es lo ideal de cara a meter una sillita infantil y el correspondiente niño, por ejemplo. Una vez dentro, el espacio disponible es suficiente para llevar a cuatro adultos de estatura media, pero tampoco sobra.
La cota más desfavorable es la anchura entre puertas, que con 124 centímetros en las plazas posteriores se sitúa entre los modelos más pequeños en este sentido. La altura libre al techo y el espacio para las piernas, en cambio, son correctas, de 92 y 66 cm respectivamente (listado comparativo de alternativas). En estas plazas, los pasajeros tienen pocas atenciones, auque son las habituales en vehículos de este tamaño: un par de tomas USB, revisteros tras los asientos delanteros y un pequeño hueco portaobjetos en cada una de las puertas.
La capacidad del maletero varía en función del sistema propulsor elegido: la variante híbrida tiene 352 litros y la eléctrica, 309. El primero de los datos es muy bueno, similar al de los mejores en este sentido (listado de alternativas de entre 3,9 y 4,1 metros de longitud). El de la variante eléctrica también es bueno, claramente mejor que el de sus «primos-hermanos», los Peugeot E-208 (265 l) y Opel Corsa Electric (267 l), pero también que el del Renault 5 E-Tech (277 l). El espacio de carga es sencillo, con los accesorios habituales: un par de perchas, ganchos en el piso y un plafón de iluminación, poco más.