He tenido ocasión de probar los Jaguar S-Type con motor V6 de 2,5 litros con 200 CV y el 3.0 de 238 CV, ambas versiones con el acabado «Executive» y con cambio automático de seis velocidades.
El S-Type 2.5 Executive me ha parecido un coche muy silencioso y suave, pero creo que está en el límite de lo mínimo exigible en prestaciones para un coche de 200 CV. Para una persona que prefiera un ritmo sosegado o preste poca atención a la capacidad de aceleración, este modelo puede ser una buena opción, porque en autopista o autovía permite mantener cruceros elevados sin dificultad (su velocidad máxima es 225 km/h).
Sin embargo, cuando se le exige la máxima aceleración, se queda un poco escaso en respuesta para lo que se espera de un coche de su potencia. Jaguar declara en este modelo con cambio automático una aceleración de 0 a 100 km/h en 9,9 segundos, mientras que en el Jaguar S-Type 2.5 con el cambio manual de cinco marchas declara 8,6 segundos en la misma aceleración. Los desarrollos de transmisión son excesivamente largos.
Me parece muy agradable de conducir, con un puesto de conducción bien diseñado, unas suspensiones suaves y muy cómodas, a la vez que un nivel de estabilidad destacable. Es algo suave en el momento de comenzar el apoyo (lo que da cierta sensación de cabeceo y balanceoinicial), pero una vez apoyado se muestra muy progresivo de reacciones y permite al conductor realizar una trazada limpia, con un comportamiento bastante neutro. Su control de estabilidad (marca Ate de cuatro captadores) incluso permite realizar una conducción de estilo deportivo antes de entrar en funcionamiento, otro claro síntoma de que su nivel de estabilidad es elevado. Como la mayoría de los controles de estabilidad que he probado hasta ahora, en el Jaguar es eficaz en sobreviraje pero mejorable en subviraje.
Me ha gustado el funcionamiento de la dirección asistida (2,7 vueltas de volante), por su buen tacto, precisión de guiado y rapidez. La caja de cambios no funciona tan bien como otras cuando se espera de ella una respuesta «deportiva»; tiene mucha tendencia a llevar el coche en marchas largas, aun con la modalidad de cambio «sport» seleccionada. En ese tipo de conducción, a menudo es necesario bloquear manualmente el cambio en marchas cortas con el mando del cambio en forma de «J». Lo que sí tiene este cambio es que aumenta marchas con rapidez y suavidad en aceleración. Si se acelera a fondo, hace el cambio cuando el motor llega a 6.500 rpm, tanto en el S-Type 2.5 como en el 3.0.
El Jaguar S-Type 3.0 Executive de 238 CV me ha parecido más equilibrado en cuanto a prestaciones para una berlina de esta categoría. Tiene los mismos desarrollos de transmisión largos del S-Type 2.5. No es un coche que sorprenda por su empuje, pero ya da más sensación de llevar «caballos» en el acelerador. Jaguar anuncia una aceleración de 0 a 100 km/h en 7,9 s (7,6 s en el S-Type 3.0 Sport con el cambio manual de cinco marchas).
Es igual de cómodo que el 2.5 y sus reacciones son similares. En ambos modelos, los frenos tienen un tacto progresivo y fácil de dosificar, pero los discos ventilados de 300 mm delante y 288 mm detrás se llegan a sobrecalentar en una conducción muy exigente, si bien, se recuperan del fading con más facilidad que otras berlinas.
Es difícil valorar si estos S-Type merecen más la pena o no que otras berlinas similares de BMW, Audi, Mercedes o Lexus, pero sí creo que son una buena alternativa frente a ellos. Su nivel de acabado y los materiales utilizados en el interior me parece que tienen una calidad, al menos, a la altura de sus rivales alemanes. El maletero (400 litros) es pequeño para un coche de su tamaño (tiene poca altura).