No he medido el interior del Mustang, pero aunque lo mediremos cuando tengamos ocasión de hacerlo, no hay mucho por descubrir. En las plazas traseras caben únicamente dos personas y más vale que no sean muy corpulentas o altas. No sólo por el espacio disponible para las piernas y la cabeza, sino por la dificultad para entrar, a pesar del tamaño de la puerta. El asiento delantero no se abate de una sola vez respaldo y banqueta, por lo que para acceder a la zona posterior hay que dedicar un tiempo a mover el asiento delantero. El respaldo no se regula eléctricamente en inclinación, sino con una palanca poco accesible para los pasajeros que vayan sentados en él. Por tanto, cuando alguien accede al asiento posterior, como hay que abatir el respaldo sí o sí, es necesario volver a ajustar la inclinación del respaldo manualmente. En definitiva, para ir en la zona posterior, lo mejor es utilizar una carrocería descapotable y meter a los niños por arriba, con la capota quitada, para no tener que recolocar el asiento delantero.
Quitar y poner la capota es muy sencillo si no se utilizan los adornos de plástico que hacen que la línea del coche quede más limpia con la capota quitada. Esos adornos hay que quitarlos y ponerlos manualmente y guardarlos en el maletero siempre cuando la capota cubre el coche. Una vez extraídos, la capota se despliega sobre el coche con un silencio asombroso de forma automática mediante un botón situado en la parte alta del marco del parabrisas. Nunca había oído una capota tan silenciosa. Para cerrarla definitivamente, es necesario utilizar un asa, tirar de ella y girarla, para ajustar perfectamente la capota a su marca.
El silencio en marcha, con la capota puesta, incluso con lluvia, es excelente. Al igual que en la versión cupé, lo principal que se oye es el motor. Los ruidos aerodinámicos debido a la capota no existen. En esto, también recuerda a un Porsche (ver otros motivos por los que recuerda a un Porsche en la sección de Impresiones de conducción).
La versión «Dark Horse» lleva asientos específicos cuyo respaldo tampoco es regulable eléctricamente. No creo que aporten una ventaja significativa sobre los asientos del Mustang GT.
La pantalla central tiene muchos menús y parece que se maneja razonablemente bien de manera intuitiva. Pero hace falta dedicarle más tiempo y estudiarla con el coche parado para emitir un juicio razonable. Sobre lo que no tengo duda es sobre el volante y sus mandos. Los botones son de buen tamaño y están bien situados, su posición se aprende con facilidad y responden a la perfección. Mediante esos botones se puede desactivar fácilmente el aviso por superar la velocidad legal y por pisar las líneas que marcan el carril.
El cuadro de instrumentos cambia de diseño en algunos casos al cambiar de modo de conducción. También se puede cambiar de diseño mediante otro botón que permite elegir diferentes cuadros de información. La información que ofrece el Mustang al conductor es muy completa, incluso la presión del aire de admisión y la temperatura de la cabeza del cilindro, pero esa información es prácticamente imposible de visualizar con el coche en marcha en carreteras de curvas salvo que haya un atasco en esa carretera.
Debajo de la pantalla central hay unos botones de acceso directo para realizar algunas modificaciones en funciones como en el «Start&Stop», para activar los cuatro intermitentes o para desempañar el limpiaparabrisas. También hay un botón que da acceso directo en la pantalla para modificar el volumen del sonido del escape (imagen). Sin embargo, para regular la temperatura del climatizador, para ponerlo en automático o para modificar la velocidad del ventilador es necesario acceder directamente a través de la pantalla.