Con el Ford Mustang Shelby GT350R he dado unas seis vueltas completas al circuito del Jarama (Madrid) a un ritmo ágil y otras tantas más lentas. Se nota con claridad que Ford ha trabajado a fondo en este modelo. No sólo le ha puesto un motor grande y potente; también ha hecho otros muchos cambios para que sea más rápido en toda circunstancia que el Mustang V8 de 433 CV y se note más ágil y preciso.
Lo primero que me llamó la atención es la respuesta intensa e inmediata de su motor. Al principio, puede parecer que está sobrealimentado por un compresor volumétrico, ya que desde bajo régimen da un empuje fuerte al menor movimiento del acelerador. Pero no. Se trata de un motor atmosférico de elevada cilindrada y que está desarrollado para que pueda alcanzar un régimen muy alto. La potencia máxima es a 7500 rpm, aunque sube de revoluciones hasta unas 8250 rpm, momento en el cual se produce el corte de inyección. Ford dice que es el motor V8 que puede girar a mayor régimen de cuantos ha fabricado hasta la fecha.
Como se trata de un motor tan lleno a todo régimen, hay curvas en circuito que se hacen casi igual de rápido hasta en dos marchas distintas. Si se hace en la más corta, hay que tener más tacto con el pedal del acelerador para no sobrepasar la adherencia que proporcionan los neumáticos, aunque la capacidad de tracción es muy buena.
La única caja de cambios es manual de seis marchas, que se maneja con rapidez, sin demasiado esfuerzo (ni el pedal, ni la propia palanca) y tiene unos recorridos razonablemente cortos.
No hemos medido la capacidad de aceleración en el lugar habitual, aunque el dato obtenido nos vale como referencia. Ha necesitado 2,3 segundos para pasar de 80 a 120 km/h, que es un buen dato en términos absolutos pero no está a la altura de los mejores deportivos que hemos probado (posiblemente, con unos neumáticos en mejor estado hubiera sido ligeramente más veloz). Por ejemplo, un Porsche 911 Turbo S ha sido mucho más rápido, 1,7 segundos en la misma medición (lo cual es razonable porque tiene 581 caballos; no hemos probado el Turbo a secas, de 540 CV), así como un Mercedes-AMG GT S 522 CV (2,0 segundos) o un Audi R8 Coupé V10 540 CV (2,1 segundos).
Los frenos cumplen muy bien su función y no se calientan con facilidad, incluso en circuito. He conducido el Ford Mustang antes y después de que pasara un fin de semana rodando en circuito (a un ritmo que en ocasiones fue muy rápido) y no he notado síntomas claros de desgaste o de que se hayan sobrecalentado. Es curioso que Ford haya optado por unos discos de hierro (que deben ser muy pesados) y que las llantas sean de fibra de carbono (con el argumento de reducir el peso).
Junto con los frenos, otra de las cosas que me han gustado mucho ha sido la capacidad de tracción. Se puede acelerar mucho a la salida de las curvas sin que las ruedas posteriores patinen de forma ostensible. Eso se puede deber tanto a la excelente adherencia que dan los neumáticos semislick (Michelin Pilot Sport Cup2), como al buen trabajo de las ayudas electrónicas o a la influencia del diferencial autoblocante.
Hay distintos modos de conducción (Normal, Weather, Track y Drag) que afectan a la respuesta del motor, de los amortiguadores, al sonido que produce el sistema de escape y al funcionamiento de las ayudas electrónicas a la conducción (control de tracción y de estabilidad). Además de estos programas preestablecidos, el conductor puede modificar individualmente el ajuste de la dureza de la suspensión, de la dirección, el sonido de escape o la conexión y desconexión de las ayudas electrónicas a la conducción.
No he probado todas las combinación posibles, que son muchas. La mayor parte del tiempo he conducido en el modo normal y Track, que permite que el coche derrape claramente. A quien le guste sentir el deslizamiento de las ruedas, disfrutará mucho con el Mustang. Se nota bien el momento en el que las ruedas pierden adherencia y este deslizamiento se puede regular a voluntad con el acelerador. El modo Track transmite sensaciones muy fuertes y muchos conductores no necesitarán más. Pero quien sí quiera más, puede desconectar totalmente el control de estabilidad y el de tracción.
Entonces este Ford Mustang requiere de un conductor atento y hábil que sepa dosificar el acelerador en su justa medida. Sin las ayudas electrónicas a la conducción, el coche puede llegar a deslizar mucho y no siempre con suavidad (algo que es normal dada la gran adherencia que proporcionan los neumáticos).