Por espacio, el Ford Explorer cumple adecuadamente como vehículo familiar. En las plazas traseras hay más espacio para las piernas o para una sillita que la media (hemos medido 77 cm). Un pasajero de metro noventa cabe detrás de otro de la misma altura sin que las rodillas golpeen el respaldo ni la cabeza el techo. La distancia entre puertas no permite que tres adultos de corpulencia normal encuentren una postura cómoda, lo que por otra parte es lo normal en los vehículos de la categoría del Explorer (tabla comparativa de mediciones del interior).
El acceso a las plazas traseras es normal. El vano de las puertas no es tan regular como otros modelos en los que el pilar C no está tan inclinado, y las puertas no tienen un grado de apertura grande, por lo que hay otros SUV —como el Volvo EX40— en los que meter una sillita o un niño en ella es una tarea más sencilla. Los anclajes Isofix van enmarcados con una pieza de plástico (imagen) con lo que sujetar unas sillas no supone una complicación.
El suelo es prácticamente plano, sin protuberancias (hay una joroba minúscula en la parte central). Que sea así facilita pasar de un lado al otro del coche (por ejemplo, si se aparca con una pared a un lado y sólo se puede acceder por el otro) y también hace que al pasajero central le resulte más cómodo colocar los pies.
Los pasajeros de la fila posterior disponen de dos salidas de aire orientables en la consola central y de dos puertos USB (imagen), pero no pueden realizar ningún ajuste en el climatizador. En las puertas hay huecos para botellas de medio litro y el respaldo de la plaza central se puede abatir para utilizarse como reposabrazos.
El maletero —solo hay uno, el trasero— tiene un volumen de 470 litros. Es más grande que el de un Volvo EX40 (441 l), similar al de un Nissan Ariya (468 l) y más pequeño que el de un BMW iX1 (490 litros), un Volkswagen ID.4 (543 l) y un Škoda Enyaq (585 l). Los respaldos de los asientos son abatibles en dos porciones, 60/40, si bien hay una trampilla en el centro que permite transportar objetos alargados sin inutilizar las plazas laterales. La apertura del portón es manual con el equipamiento de serie y eléctrico con el nivel Premium.
Además de la diferencia de capacidad entre sus maleteros, de la que tenemos dudas viendo ambos (imagen del Explorer e imagen del ID.4) también hay una distinta solución para ocultar el equipaje: en el Ford existe una pieza textil que va unida al portón mientras que el Volkswagen tiene una bandeja rígida tradicional. La pieza de Ford impide dejar cosas pesadas sobre ella (lo cual también es una ventaja porque no debe dejarse ningún objeto suelto que pueda golpear a los ocupantes en caso de accidente).
El Ford que es un Volkswagen
La herencia de Volkswagen se identifica en algunos puntos del habitáculo del Ford Explorer. Por ejemplo, la instrumentación (imagen) y el plafón de iluminación del techo (imagen) son los mismos. También los mandos de los elevalunas de la puerta del conductor (imagen) que, como en el Volkswagen ID.4, consisten en dos botones y un conmutador táctil con la palabra REAR para cambiar entre ventanillas delanteras y traseras. Es una solución mala, porque es frecuente rozar sin querer ese conmutador y accionar las ventanillas que no se desean. Igual de mala nos parece la idea de conservar los botones del sistema de alumbrado (imagen), que quedan tapados por el volante y que no siempre responden a la primera.
El protocolo para arrancar el coche (pisando el pedal del freno) y seleccionar la marcha (a través de una palanca giratoria en la columna de la dirección, imagen), también son de Volkswagen y, en este caso, se agradece que así sea por lo fácil que resulta su manejo.
La instrumentación se ve en una pantalla de 5,3 pulgadas situada tras el aro del volante que se mueve solidariamente con él (el volante es ajustable en profundidad y altura). En ella se consultan datos de conducción esenciales (velocidad, carga de la batería, autonomía) y otros adicionales como las indicaciones del navegador y del programador de velocidad (imagen). La manera en la que está ordenada la información es idéntica a la de los modelos del Grupo Volkswagen, aquí no hay cambios.
Pero, a pesar de todos estos puntos en común, hay otras partes, más conspicuas, que son bien distintas a Volkswagen y que dan al interior un aspecto coherente con otros modelos de la actual gama de Ford. Es el caso de la pantalla central, de 14,6 pulgadas. Está dispuesta en vertical (imagen), al estilo del Mustang Mach-E y su altura e inclinación es ajustable manualmente. En su posición más elevada queda prácticamente en ángulo recto con el piso del coche y, al menos a mí, me resulta difícil de ver y manejar. Es más fácil consultar la información si se desplaza un poco hacia abajo. Sobre la pantalla quedan muchas huellas —que impiden ver bien lo que se muestra la pantalla según incida la luz solar— lo que me hace pensar que el tratamiento antihuellas no es de los mejores.
Detrás de la pantalla hay un cajón con dos puertos USB de tipo C al que Ford llama My Private Locker (mi cajón privado; imagen). Lo llama así porque este cajón queda oculto cuando bajamos la pantalla a su posición inferior, de tal manera que, al bloquear el coche desde fuera, la pantalla también se queda bloqueada en esa posición e impide que un posible ladrón pueda subirla y acceder al hueco (es este hueco cabe, por ejemplo, una cartera).
El interfaz del equipo multimedia es sencillo y cuesta poco aprender dónde esta cada función (ejemplos). La organización recuerda a la del Mustang Mach-E, pero también hay menús que son casi como los que emplea Volkswagen (como el del ordenador de viaje), con poca o ninguna adaptación. Ford ha integrado en la franja inferior de la pantalla los controles del climatizador (imagen), que siempre están visibles y que se localizan con facilidad porque tienen un tamaño adecuado. La regulación del volumen del audio y la activación de las cámaras externas se hace a través de una superficie táctil que hay debajo de la pantalla (imagen).
Cuestión de detalles
En la consola central hay multitud de lugares donde guardar objetos (imagen), algo de agradecer. Uno de ellos es una superficie para la carga por inducción de teléfonos móviles (solo hay espacio para uno). Hay otro hueco debajo del reposabrazos central que, de acuerdo con Ford, tiene 17 litros de capacidad y en él se puede guardar un ordenador portátil de 15 pulgadas (imagen). La parte negativa de esta consola central tan prolija en huecos es que su construcción no es sólida y se mueve a poco que se tire de ella para los lados. Durante la conducción no hemos detectado ningún ruido procedente de ella, pero es un tanto decepcionante que esta pieza no sea más robusta.
La calidad general es correcta pero en este modelo Ford tampoco pierde la costumbre de que salpicadero y paneles de las puertas queden distintamente ajustados (en un lado cabe un boli, en el otro apenas hay unos milímetros de separación). El plástico de la parte superior del salpicadero es duro, los paneles superiores de las puertas delanteras tienen un ligerísimo acolchado (en las traseras hay plástico rígido) y el tacto del cuero artificial de los asientos y las puertas es bueno.