Aunque la carrocería cambia apreciablemente con respecto a la anterior, las dimensiones no tanto. Esto supone que el interior tiene idéntica amplitud a los Voyager sustituidos; sigue siendo el que más espacioso de su clase.
Es grande, pero en algunos sentidos no tan aprovechable su espacio —y no por falta de huecos— como en otros más pequeños, pues carece de la flexibilidad para disponer los asientos de un Renault Espace, por ejemplo, o incluso de los monovolúmenes del Grupo VW y Ford o PSA y Fiat: las butacas están ancladas a puntos fijos en el suelo y no tienen regulación longitudinal, además de que las delanteras (por mucho que no sea esto especialmente útil) no pueden girarse 180º. Aunque todos los asientos pueden desmontarse, es difícil hacerlo porque pesan mucho, especialmente si se trata de la banqueta trasera de tres plazas (que se montará en los acabados SE y LX). Las ruedas que aparecen al retirarla de sus anclajes permiten moverla en el interior, pero no reducen el esfuerzo al tener que bajarla o subirla del coche.
Hay otras cosas que indican que el Voyager está diseñado en Estados Unidos y que contrastan con modelos europeos. Por ejemplo, el tejido que se emplea en el techo, el diseño del salpicadero, con sobrecargada de interruptores; la colocación del ordenador en el plafón del techo o la presencia masiva de portabotes distribuidos a lo largo de todo el habitáculo. También resulta peculiar en este modelo la consola central desmontable (se libera de sus anclajes por un tirador interior), que en los automáticos puede colocarse entre los asientos delanteros, como un apoyabrazos, o entre los dos de la fila central. O la motorización de las puertas correderas laterales y el portón posterior (serán opcionales para todas las versiones salvo la Limited). El sistema se activa con el mando a distancia, al asir el tirador o desde el interior, y cuenta con un detector que hace a la puerta retroceder si detecta algún obstáculo o atrapamiento.
Los asientos delanteros son confortables y, aunque sus guías han sido alargadas para ofrecer más margen de regulación longitudinal, para conductores altos puede no ser aún suficiente. El volante no es regulable y la instrumentación analógica es similar a la del Chrysler 300M en el caso de las versiones altas, mientras que en el resto, no tienen contorno metálico o una grafía tan cuidada.