El Bentley Flying Spur no es un coche para quien busque una berlina de lujo cómoda por encima de cualquier variable, que no tenga interés en que sea estable. Más bien al contrario, es un coche estable y relativamente ágil, que no resultará satisfactorio para quien quiera pasar sobre las irregularidades del suelo sin enterarse. Ni siquiera está muy aislado del ruido del motor, de transmisión o el aerodinámico.
No es incómodo, pero nos ha sorprendido que no sea tan cómodo de suspensión como una berlina normal, que ofrecen un aislamiento de suspensión parecido o incluso mejor. Hasta el momento, mi referencia por comodidad de suspensión, es el Mercedes-Benz Clase E con suspensión Airmatic DC.
El conductor puede regular la dureza de los amortiguadores en tres programas desde un mando en el salpicadero. Lo que más diferencia el programa más duro del más blando es que el primero contiene mejor los posibles movimientos amplios (de balanceo o cabeceo) que puede tener la carrocería. Es decir, seleccionando el programa más duro la carrocería da la impresión de ir más «sujeta» que con el programa más blando.
Por el contrario, los distintos programas de dureza no tienen mucha influencia en lo que hace el coche cuando pasa por aquellas irregularidades que dan un movimiento rápido y brusco a las ruedas (como juntas de dilatación, rotos en la carretera o bandas sonoras de limitación de velocidad).
Este tipo de iregularidades llegan a los ocupantes con inusual nitidez y pueden transmitir vibraciones y ruidos. Lo descrito lo hemos apreciado en dos unidades distintas de Flying Spur y también ocurre en parecida medida en un Volkswagen Phaeton. Para mejorar la estabilidad, a más de 250 km/h la suspensión delantera del Flying Spur deja la carrocería 10 mm más cerca del suelo, y la trasera 25 mm.
Por cómo entra en las curvas y por cómo responde a las indicaciones del volante, entra dentro de la definición de coche estable. El elevado peso de este coche de lujo no supone una limitación ni un lastre excesivo: ni es un coche torpe, ni su peso deja jamás en evidencia al motor, ni los frenos se agotan con facilidad.
Tiene un motor de 6,0 l de cilindrada, dos turbocompresores y 559 CV de potencia. El Flying Spur tiene una capacidad de aceleración impresionante. Es de esos coches que, además de correr mucho, lo parece.
Esta sensación viene dada por la enérgica respuesta que tiene el motor en un amplio rango de revoluciones. Su capacidad de aceleración es tan grande que puede alcanzar una velocidad cercana a la máxima en poco tiempo.
A diferencia de las berlinas de lujo alemanas, este Bentley no tiene la velocidad limitada electrónicamente. Según datos oficiales, alcanza 312 km/h de velocidad máxima y acelera hasta 100 km/h en 5,2 segundos.
A pesar del enorme potencial de su motor, no queda comprometida la estabilidad. Incluso aprovechando su máxima capacidad de aceleración a la salida de curvas más bien lentas, el coche no tiene movimientos bruscos y como el control de estabilidad entra con poca frecuencia, no limita la capacidad de aceleración.
El hecho de que tenga tracción total permanente (tiene un diferencial central Torsen) es determinante para conseguir este resultado; un coche con un motor de más de 500 CV y un solo eje motor (incluso con muy buena motricidad) hace patinar las ruedas al acelerar fuerte en marchas cortas.