Me parece que la idea del Smart es muy buena: un coche que no arrastra espacio vacío casi todo el tiempo que está funcionando, y que ahorra la superficie y el combustible que cuestra arrastrarlo. Eso, la facilidad con que se puede aparcar (si se encuentra el sitio apropiado) y lo maniobrable que resulta, hace del Smart el coche perfecto para cierto tipo de uso.
Ahora bien, creo que la idea del Smart no está del todo conseguida porque hay tres aspectos que lo hacen menos satisfactorio de lo que podría ser: una dirección lenta, un cambio lento y una suspensión dura. Estos fallos contrastan con lo bien resueltas que están otras facetas, como la seguridad pasiva o el rendimiento de los motores.
El precio puede ser muy alto si se considera que, en sentido amplio, tiene menos utilidad que un coche normal que cueste lo mismo. Por el mismo dinero es posible conseguir muchos coches que tienen más espacio interior para pasajeros y equipaje, y son más capaces de desenvolverse satisfactoriamente en carretera.
Para quien no necesite ese espacio, no circule habitualmente por carretera o tenga una limitación de espacio en el garaje, puede ser la alternativa más recomendable. En todo caso, le faltan algunos elementos de equipamiento que ya tienen otros utilitarios, como automatismo para la conexión de luces o el limpiaparabrisas.
En esta ocasión he probado la versión con motor Diesel y he quedado convencido de que cualquiera de las versiones de gasolina son preferibles. El Diesel es más ruidoso, vibra más, acelera menos y, dada la diferencia de precio que hay con un gasolina, difícilmente puede ser rentable. Hasta que el Diesel tiene unos 40.000 km, su menor costo por kilómetro no compensa su mayor precio; hacer muchos más kilometros de esos 40.000 km con un coche que circula principalmente por ciudad no es frecuente.
Aparte del Smart cdi, el único coche que mide menos de 3,5 m y tiene motor de gasóleo es el Suzuki Samurai. En las alternativas hemos puesto otros coches menores de 3,5 m de longitud, tengan el motor que tengan.