Se nota que el Škoda Superb es un coche del Grupo Volkswagen. Si me vendaran los ojos y pudiera conducir, no sabría distinguir si estoy al volante de un Volkswagen Passat, un Audi A6 o un Škoda Superb. No por estabilidad, sino por tacto de los mandos y los distintos elementos de conducción (dirección, cambio, frenos o embrague).
Aunque no he tenido ocasión de conducirlos de forma que pueda tener una idea concluyente, la primera impresión ha sido muy positiva. Todas las versiones que he probado me han parecido muy cómodas, con una suspensión suave que filtra bien las irregularidades del terreno. Se aprecia un ligero cabeceo en la parte delantera y que las suspensiones son quizá demasiado suaves en extensión, lo que hace que los Superb boten un poco más de lo deseado en determinadas ocasiones (algo ya característico en los coches del Grupo VW).
Me ha sorprendido también que sigue con bastante eficacia la trayectoria marcada por el conductor al abordar las curvas y que, incluso, llega a deslizar progresivamente del eje trasero en apoyos forzados al límite (en general, la tendencia de coches con el motor longitudinal colgado por delante del eje anterior, como el Passat y el Superb, es más bien a subvirar siempre). Por dicho motivo me parece especialmente interesante llevar control de estabilidad en el Superb, si bien todas sus reacciones me han parecido muy progresivas y fáciles de controlar. No quiere decir esto que sea un coche habitualmente sobrevirador, pero al límite me ha parecido algo más ligero de atrás que otras berlinas similares. Con ESP no hay problema, trabaja con una eficacia ejemplar.
He conducido los modelos con motor 2.0 de 116 CV, 1.8 T de 150 CV, 2.8 V6 de 193 CV y el 1.9 TDI de 131 CV, todos ellos con cambio manual de cinco marchas. El primero de ellos (que en principio no se vende en España) me ha parecido un poco justo de potencia.
El Superb 1.8 T de 150 CV es ya otra cosa. Su motor turboalimentado ofrece unas prestaciones destacables y este modelo resulta muy agradable de conducir en cualquier circunstancia, al tener una respuesta enérgica entre 1.750 y 6.500 rpm. De hecho, el Superb 2.8 V6 de 193 CV no da la sensación de correr mucho más que el 1.8 T. Lo que sí se aprecia es una excelente suavidad del motor y también una menor sonoridad interior. En velocidad máxima, la diferencia de caballos se nota: Škoda declara 216 km/h en el 1.8 T y nada menos que 237 km/h en el 2.8 V6. El Superb tiene un buen coeficiente aerodinámico (Cx 0,29) y se deja sentir en la velocidad punta alcanzada por dichos modelos (la velocidad máxima declarada por BMW en su primer M3 de 200 CV era de 235 km/h).
El Superb 1.9 TDI de 131 CV es progresivo desde bajo régimen y rápido en aceleración y en capacidad de recuperación. El rendimiento de este motor es muy bueno: desarrolla unas elevadas prestaciones (205 km/h) y se mantiene en un nivel de consumo muy bajo (5,7 l/100 km). El único aspecto mejorable es la vibración del motor y su sonoridad, la insonorización del coche es correcta y filtra bien el elevado sonido a Diesel que se aprecia desde el exterior. Dicha insonorización no parece tan eficaz como en un Audi A6.
El accionamiento de todos los mandos es suave y agradable en los distintos Superb. La dirección es rápida (2,75 vueltas entre topes) y tiene un buen tacto, mientras que la frenada parece progresiva y eficaz. El cambio manual me ha parecido suave de accionar en todos los modelos y preciso en la selección de marchas. Únicamente me ha parecido mejorable el salto que hay de 3ª a 4ª velocidad en el 2.8 V6. Cambiando a 6.000 rpm, el régimen cae hasta 4.600 rpm.