Dinámicamente, el nuevo Fabia es un coche más confortable, más silencioso y también más equilibrado. El anterior era un coche estupendo para el entorno urbano, pero no era de los más cómodos para viajar por autovía porque tenía una suspensión tirando a firme que no filtraba demasiado bien los baches cortos; debido a ello, modelos como el Renault Clio eran más atractivos como coche único para todo tipo de usos. Quizás el modelo nuevo haya perdido un poquito de agilidad, pero ahora ofrece un confort de marcha superior en todo tipo de vías y transmite una mayor sensación de estabilidad a alta velocidad. No obstante, sigue siendo un coche que balancea poco en las curvas, no tarda en apoyar y cuyos mandos transmiten suficiente información para conducir deprisa con confianza.
Es uno de esos coches que, sin destacar especialmente en ningún aspecto relativo a la conducción —ni para bien ni para mal—, uno se siente muy a gusto a sus mandos tras unos pocos minutos. Como si lo hubiera conducido toda la vida. Dirección, pedales, cambio; todos los mandos oponen muy poca resistencia al uso y, por lo tanto, hacen del Fabia un vehículo muy agradable de conducir en condiciones de circulación cotidianas (trayectos diarios o incluso viajes con la familia), que es para lo que ha sido diseñado.
También es un coche de reacciones nobles ante maniobras bruscas, como las que practicamos durante nuestras pruebas de esquiva y eslalon en circuito. En estos ejercicios, el Fabia tuvo unos resultados muy buenos desde el punto de vista de la seguridad, con un chasis y un control de estabilidad muy bien puestos a punto que ayudan al conductor a mantener bajo control el vehículo sin mayores contratiempos. En este video de nuestro canal de YouTube damos más detalles sobre la esquiva, y en este, sobre el eslalon.
El Fabia que más tiempo hemos probado tenía el motor más sencillo de toda la gama, con 80 caballos y sin turbocompresor (versión 1.0 MPI EVO 80 CV). Es un motor de funcionamiento agradable en ciudad y alrededores, donde se mueve incluso con más agilidad que el de 95 caballos (tiene más bajos que este) y además no hace demasiado ruido. Ahora bien, se queda muy escaso de potencia para circular de manera habitual por carreteras donde haya que adelantar frecuentemente o afrontar muchos desniveles. En estas circunstancias, es imperativo utilizar el cambio y reducir una o dos marchas para mantener el ritmo. Y en ocasiones, ni así se consigue.
Buena prueba de ello son las prestaciones que hemos medido, que han sido bastante justas incluso para la potencia declarada. El Fabia 1.0 MPI ha necesitado 7,3 segundos para pasar de 40 a 80 km/h y 14,2 s para pasar de 80 a 120 km/h, unos datos claramente peores que los de modelos de potencia similar como el Suzuki Swift 1.2 Mild Hybrid de 83 CV (5,9 y 11,3 segundos, respectivamente), el Hyundai i10 1.2 MPi 84 CV (6,6 y 12,9 s) o el Mitsubishi Space Star 120 MPI de 80 CV (6,8 y 10,5 s). Tanto el Kia Picanto 1.0 DPi como el Fiat 500 Hybrid fueron algo más lentos que el Škoda en estas mismas mediciones, pero hay que tener en cuenta que la potencia de sus motores es inferior (67 y 70 CV, respectivamente).
Lo mejor de este motor es, sin lugar a dudas, el consumo de combustible. Incluso practicando una conducción agresiva o apurando las marchas con cierta frecuencia, es difícil superar los 6,5 l/100 km, que es un dato bajísimo. En ciudad también suele rondar esa cifra y en vías de circunvalación al ritmo del resto del tráfico es sencillo ver cifras cercanas a los 4,5 l/100 km. En nuestro recorrido de consumo, que es especialmente severo para coches de poca potencia (aquí están todas las características del mismo), el Fabia necesitó 5,6 l/100 km, menos que todos los modelos citados en el párrafo anterior y uno de los mejores resultados que hemos obtenido en km77.
La versión de 95 caballos solo la condujimos brevemente en una presentación, pero fue tiempo suficiente para darnos cuenta de que se trata de un motor mucho más recomendable que el de 80 CV, sobre todo si se va a utilizar el coche habitualmente fuera de ciudad. Responde de manera agradable, mueve al coche con soltura en la mayoría de situaciones, también gasta poquísimo y funciona con un refinamiento sobresaliente, pues muchas veces ni se le oye. Se trata, en definitiva, de un motor que casa mucho mejor que el de 80 caballos con la filosofía del Fabia, y además solo supone un desembolso adicional de 800 € (ficha comparativa).
Como en el modelo anterior (y en todas las generaciones del Fabia), la visibilidad hacia el exterior es mejor que la media porque hay mucha superficie acristalada. Además, la carrocería tiene un tamaño contenido (mide 4,11 metros de longitud) y desde el puesto del conductor se controlan bien los extremos de la misma, por lo que resulta sencillo estacionar en huecos de aparcamiento de tamaño reducido o maniobrar en zonas estrechas.
La unidad de pruebas que más tiempo hemos conducido tenía instalados los faros de ledes básicos, que son de serie (hay otros mejores para las versiones más equipadas). Son correctos, sin más. El haz de la luz es muy blanco y lo suficientemente ancho y profundo como para que la conducción de noche sea cómoda. No obstante, es un haz poco homogéneo. Las luces largas tampoco son mucho mejores, aunque de nuevo, cumplen bien con su cometido (sobre todo teniendo en cuenta que son de serie).