El León Cupra R tiene unas suspensiones duras que aportan un nivel de estabilidad de puro deportivo. Una de las cosas que más me ha gustado es lo bien que pisa el asfalto y cómo transmite el apoyo sin acusar movimientos de carrocería (cabeceo y balanceo).
Sus reacciones son muy directas, cumpliendo con rapidez las solicitudes del conductor, aunque creo que el León Cupra R 225 CV es un coche fácil de conducir en líneas generales. Llevado al límite de sus posibilidades, se muestra muy ligeramente subvirador en medio de las curvas que requieren un apoyo muy fuerte, una reacción común a la mayoría de los coches de sus características para hacer más fácil su conducción.
Llegado el momento, también permite hacerlo deslizar de las ruedas traseras para llevarlo por donde queramos, con la seguridad adicional de que, si nos pasamos, el control de estabilidad (ESP de serie) se encarga de evitar el sobreviraje con eficacia. En cualquier caso, el eje trasero va bien agarrado al asfalto y hay que provocarlo para que llegue a deslizar.
El control de estabilidad trabaja suficientemente bien y, siempre que seamos «finos» en el movimiento del volante, nos permite realizar una conducción de estilo deportivo sin problemas, aunque entra en acción antes que, por ejemplo, en el Alfa 147 GTA o Volkswagen Golf R32.
El control de tracción (de serie con el ESP) evita cualquier deslizamiento al acelerar. Sin embargo, el guiado de las ruedas delanteras resulta eficaz sobre asfalto con buena adherencia, incluso desconectando el control de tracción (desconectable junto con el ESP). En tal caso, sólo puede llegar a perder tracción al abordar curvas muy cerradas en las marchas más cortas (1ª ó 2ª), aunque con la sensación de que el coche avanza pero sin llegar a la eficacia que aporta un autoblocante.
En este Cupra R, un conductor que sepa dosificar bien la potencia y controlar sus reacciones al límite puede llegar a ir más rápido en una carretera repleta de curvas al desconectar el ESP (pulsando un botón situado junto al freno de mano), principalmente por desconectar el control de tracción más que por las ventajas de desconectar el control de estabilidad.
Dirección y frenos contribuyen también a sacar un excelente partido a las posibilidades del motor y la suspensión. Con 2,6 vueltas de volante entre topes y un radio de giro razonable, la dirección asistida del León Cupra R es una delicia por tacto, rapidez y precisión. Tiene un grado de asistencia más bien duro y transmite fielmente al conductor todo lo que ocurre en el eje delantero. Para algunos, podrá resultar incluso algo dura al maniobrar a baja velocidad.
El equipo de frenos me ha gustado por potencia, tacto y resistencia al trato exigente, a pesar de que la unidad que he probado tenía las pastillas delanteras con poco espesor. Su capacidad de refrigeración parece buena, incluso sin llevar ninguna canalización específica hacia los discos delanteros. El funcionamiento del ABS (marca Ate) es también eficaz en cualquier tipo de carretera y permite dosificar la frenada con potencia antes de entrar en acción. No obstante, las distancias de frenada que hemos medido en el Cupra R han sido ligeramente más largas que las del 147 GTA, Focus RS y el Golf R32.
Las concesiones al confort son escasas en el Cupra R. Aunque es un coche que transmite absolutamente todo lo que está pisando sobre la carretera, tampoco me ha parecido un coche insufrible en el uso cotidiano. Es claramente más duro que un Alfa 147 GTA, pero no parece tanto como el Ford Focus RS. Sobre carreteras bacheadas se muestra realmente equilibrado y, aunque no tiene una amortiguación tan absorbente como el VW Golf R32 (lástima que este coche tenga un peso tan alto), tampoco rebota tanto como el 147 GTA y mantiene la trayectoria con mayor eficacia, estando a la par con el Focus RS en tales circunstancias.