Los 75 CV de potencia del buen motor del 206 dan un resultado muy satisfactorio para utilizar el coche en condiciones muy diferentes. En ciudad o largos viajes (si no vamos muy cargados) los 60 CV de la versión menos potente (1.1 litros de cilindrada) pueden resultar justos, y los 109 del 1.6 pueden sobrar para quien conduzca a velocidades normales.
De los utilitarios en torno a 75 CV que hemos medido, el 206 destaca por la aceleración máxima que puede dar que, en algunos casos, está cerca de modelos de potencia algo superior como el Nissan Micra 1.4 (82 CV) o el Opel Corsa 1.4 16V (90 CV). Da un resultado similar a otros algo más ligeros y pequeños como el Renault Twingo 1.2 16V (75 CV). El 206 es mejor en este sentido que el Seat Ibiza 1.4 16V (75 CV) o el Opel Corsa 1.2 (75 CV).
Los desarrollos de transmisión son largos y, aún así, recupera bien. En autovías con cuestas, es capaz de mantener la velocidad sin recurrir a otra velocidad más corta, salvo que el coche esté cargado o la rampa sea fuerte. En ciudad también va muy bien, porque da buena cantidad de fuerza desde bajo régimen.
No es un motor que destaque por el poco ruido que hace en términos absolutos. Sin embargo, la mayor parte de coches de este tamaño son ruidosos; este 206 queda en una situación intermedia. A mi no me ha molestado prácticamente nunca, pero a velocidad alta en carretera es más elevado el ruido del motor que el aerodinámico.
El consumo es el esperable en un coche de estas características. En carretera de sentido único con frecuentes rampas, que obligaba a apurar al motor, ha gastado 8,6 litros de media a 123 km/h de velocidad media. En ciudad y en carreteras de circunvalación el consumo ha sido 7,8 litros de media. El cuenta kilómetros es prácticamente exacto y el velocímetro marca 2 km/h más a cualquier velocidad, lo que significa que también es muy preciso.