En el paso por curva, cuando se circula con rapidez, el Mercedes-Benz SLK recuerda a la conducción de un kart. A esta sensación ayuda la posibilidad de circular descapotado. Tiene reacciones rápidas, controlables sin riesgo gracias a la ayuda de un control de estabilidad que antes de actuar tolera deslizamientos limitados de las ruedas.
Permite pasar por curva con rapidez y, sin capota, con mucha sensación de rapidez. Como el coche se mueve, si uno quiere conducirlo y sentir que lo conduce puede apreciarlo colocándolo a la entrada de la curva con ayuda del freno.
La motricidad es buena y se puede acelerar sin temor a un latigazo y, gracias a la electrónica, el eje posterior empuja constantemente sin «desmadrarse». Un ligero contravolante en alguna ocasión ayuda a sentir el control sobre el coche.
La dirección es rapidísima y tiene un tacto excelente. Entre que el volante sólo tiene 2,2 vueltas entre topes y que el coche gira mucho (solo necesita un círculo de 10,5 m de diámetro para dar la vuelta —dato medido entre paredes—, menos que sus competidores) el SLK es muy manejable en ciudad y garajes intrincados. Pero no solo en ciudad. Su tacto y precisión son utilísimas en carretera. Ayuda mucho a la sensación de casi pilotar, si uno se lo propone.
El cambio automático —hasta el momento no hemos probado un SLK con transmisión manual— que pasa con rapidez y suavidad de una marcha a otra sin necesidad de soltar las manos del volante gracias a las levas.
Aún así, a mi juicio, para practicar una conducción «deportiva» es imprescindible utilizar la transmisión automática de forma manual, mediante las levas o dando toques longitudinales sobre la palanca, porque los programas automáticos no responden adecuadamente (normalmente no se lleva engranada la marcha necesaria en cada momento) en conducción muy rápida. Incluso cuando se maneja en el modo manual resulta lenta y por ello es necesario anticiparse a la hora de seleccionar las marchas. En este aspecto, no en el del confort, es peor que la «S tronic» de Audi o la de ocho relaciones que usa BMW —del especialista ZF—.
Como en todos los Mercedes-Benz, cambiar mediante la palanca es poco agradable porque queda muy alejada del volante y hay que desplazarla lateralmente para subir y bajar marchas. Me resulta un movimiento incómodo.
Funcionamiento como descapotable
Al circular con el techo abierto a más de 90 km/h, es conveniente utilizar algún tipo de sistema protector para limitar las turbulencias en el habitáculo. La unidad que he probado llevaba incorporados un par de deflectores móviles transparentes integrados por detrás de las barras protectoras antivuelco (imagen). Al verlos, me costaba creer que un elemento así tuviera algún efecto. Pero obviamente, si están es porque sirven para algo. Mercedes los denomina «AIRGUIDE».
A velocidad constante de 120 km/h, el deflector del conductor reduce la turbulencia. Y si se despliegan los dos, el conductor lo nota ligeramente más que si pone únicamente el de su lado. Funcionan bien, no afectan casi a la estética del coche, pero no son una solución adecuada para un viaje largo. He realizado 100 km sin capota con el deflector desplegado y a 120 km/h a la altura de la oreja derecha se percibe constantemente una corriente de aire que llega a molestar después de un periodo largo de tiempo. Si añadimos la posibilidad de que el sol incida directamente sobre esa parte de la cara, la suma de sol y aire al final le deja a uno la sensación de que la oreja está al rojo vivo.
No he tenido la posibilidad de utilizar el protector que cierra totalmente el hueco situado entre los dos protectores antivuelco, porque el coche de pruebas no lo llevaba, pero por mi experiencia en otros SLK es un protector mucho más efectivo, que conviene utilizar si se piensa utilizar el coche durante viajes largos. El otro descapotable de dos plazas de Mercedes-Benz, el SL, me parece que protege mejor a los ocupantes cuando se viaja descapotado, si bien es mucho más grande y costoso que el SLK.
A mi juicio, el SLK es un coche para ir descapotado a la mínima oportunidad. Con el techo puesto, pierde buena parte de su encanto, entre otros motivos porque no es tan silencioso como un cupé cerrado y el sonido del aire y de rodadura se filtran al interior.
SLK 250 BlueEFFICIENCY Aut. 204 CV (retirado del mercado en abril de 2015)
La sensación con esta versión del SLK es que corre más de lo que dicen los datos. Tiene 204 CV de potencia como asegura Mercedes-Benz, pero parece que tiene más. El sonido de escape es cautivador. Incluso petardea al levantar el pie bruscamente del acelerador.
Según nuestras mediciones, el tiempo mínimo que necesita para pasar de 80 a 120 km/h es 4,8 segundos. Por lo tanto, es ligeramente más rápido que un BMW Z4 de 258 CV (recientemente reemplazado por una versión de 245 CV) y ligeramente más lento que un Audi TT Roadster de 200 CV o un Porsche Boxster de 256 CV (no es el nuevo modelo, sino el anterior). No sabemos porqué ese Z4 de 258 CV fue más lento que los otros dos rivales cuando su potencia es mucho mayor: quizá se deba, en parte, a que es el más pesado de los tres
En nuestro habitual recorrido de consumo —un trayecto de 143,3 km por autovía, ida y vuelta, con varias pendientes pronunciadas—, el SLK 250 BlueEFFICIENCY de 204 CV gastó 7,6 l/100 km a una media de 121 km/h. Parece un buen dato para un coche de su potencia y motor de gasolina. No hemos medido el consumo de ningún descapotable de similar tamaño y potencia para poder compararlos, pero sí de algunos turismos como un Citroën DS4 con el motor THP de 200 CV, que gastó 7,8 l/100 km. Un Volkswagen Golf GTI de 211 caballos consumió 8,7 l/100 km.
Nuestra unidad de pruebas ha necesitado 52,4 metros para detenerse por completo partiendo de 120 km/h. Es un dato normal ya que hay modelos similares que frenan en 50 metros o menos. Por ejemplo, el TT Roadster que probamos en su día necesitó 51 metros y el Z4 frenó en 50,2 metros. El Porsche Boxster se detuvo en 49 metros.
El SLK que probamos tenía un error de consumo no muy grande (-3%) y uno del cuentakilómetros pequeño (-0,02%). Los errores del velocímetro entran dentro de lo normal (más información).