El Lybra parece más caro que muchos rivales aparentemente, pero no lo es realmente si tenemos en cuenta el equipamiento. La versión menos costosa tiene de serie el climatizador, antibloqueo de frenos, un buen equipo de música (seis altavoces), airbags frontales y laterales, rueda de repuesto de tamaño normal y una pantalla grande de cristal líquido que da información sobre el equipo de música y el ordenador de viaje. Por 315.000 pesetas más está la versión llamada LX, que tiene —además— un equipo de música Bose que suena muy bien (con mandos en el volante), elevalunas eléctricos traseros, tapicería de Alcantara con volante y pomo de piel, llantas de aleación y faros antiniebla.
El aspecto interior del Lybra es muy bueno, sea por detalles como la iluminación interior, por la selección de materiales y por el ajuste, que es bueno en casi todos los elementos. Ahora bien, hay cosas que quedan raras en un coche casi lujoso como éste, como un soporte de los asientos recubierto con un plástico propio de coches de muy inferior categoría. En conjunto, no obstante, el Lybra está a la altura de la imagen que quiere dar Lancia, superior a la de berlinas de mayor difusión.