El Ford Explorer tiene siete plazas, todas ellas con espacio suficiente para que un adulto de talla media pueda viajar sin estrecheces. Las de la tercera fila ofrecen a sus ocupantes las mejores cotas de entre los coches similares (tabla comparativa). En la segunda, hay más anchura que en cualquier otro y una distancia normal respecto a los respaldos delanteros.
El habitáculo tiene buen aspecto, aunque hay detalles que delatan por qué es un producto más asequible que el resto. Uno de ellos es el tejido que recubre la parte posterior de los asientos de la segunda y tercera fila, menos refinado que el que se encuentra en otros modelos. Otro los ajustes, que son correctos, pero sin la precisión que se puede encontrar en un Lexus RX L, por ejemplo. No por ello la sensación a bordo es la de un coche sencillo.
Desde mi punto de vista, este modelo tiene todo lo deseable para que viajar en él sea placentero, tanto como conductor como pasajero. Para el conductor, porque los mandos están dispuestos para que el se distraiga poco al usarlos. Cierto es que, para los estándares habituales, el Explorer tiene muchos botones, pero una vez que el conductor los conoce (y es sencillo, porque están bien agrupados) todo es más fácil que en coches en los que hay que manejarse por diversos menús para accionar casi cualquier cosa, como puede ser el caso del Mercedes-Benz GLE.
En el caso de todos los ocupantes, conductor incluido, porque el equipamiento relacionado con el confort es abundante —por ejemplo, los asientos delanteros dan diversos tipos de masajes, están calefactados y ventilados—, la sensación de espacio es generosa —el habitáculo es muy grande y las superficies acristaladas también— y hay muchos lugares donde dejar cosas como llaves, teléfonos, bebidas, carteras u otros objetos.
Las tres filas de asientos cuentan con salidas de aire orientables. En la primera son las habituales del salpicadero, en las otras dos, se encuentran en el techo. Además, los pasajeros de la segunda fila tienen mandos en la consola para regular la temperatura y el flujo de aire de su zona, además de poder seleccionar las salidas del techo, los pies o ambas. Lo que no hay para todos los pasajeros son tomas de corriente: las hay para los de la primera y segunda fila (se reparten una toma de 12 V, 4 USB y una de 230 V), pero no existe ninguna para los que viajan atrás del todo.
La segunda fila está compuesta por tres asientos, el del medio más pequeño que los otros dos que, además, no se puede desplazar longitudinalmente como sí se puede hacer a lo largo de 15 cm con los de los extremos. Estos tienen anclajes Isofix, el central no. Considero que habría sido un acierto, dada la gran anchura disponible en esta zona del coche, ofrecer una plaza central igual que las otras dos y, sobre todo, con anclajes Isofix dado que es un coche ideal para poder llevar tres sillitas sin problemas. Los dos asientos de la tercera fila sí tienen estos anclajes.
Entre los asientos de los extremos y las puertas hay un espacio libre. Ford ha diseñado unos asientos más estrechos para dejar un hueco donde poder apoyar el pie para entrar y salir de la tercera fila. A pesar de eso, no me ha parecido el coche de este tipo en el que es más cómodo realizar estos movimientos porque la forma del pilar C, muy tendido, crea un vano estrecho en la zona superior de la puerta y obliga a doblar mucho el tronco. Sin duda, para un niño o una persona de poca estatura esto no supondrá un problema.
Con las siete plazas en uso, el maletero tiene una capacidad de 240 litros, que es una cifra normal. Si se abaten los asientos de la tercera fila (se hace cómodamente mediante un accionamiento eléctrico, los botones están en el lateral del maletero; imagen), la capacidad de carga aumenta hasta 635 litros, un poquito menos que un Audi Q7 y un Volvo XC90 (650 y 640 litros). Bajo el piso del maletero hay un espacio donde caben el cable de recarga y algunas cosas más (imagen). La bandeja cubreequipaje es del tipo enrollable y solo se puede colocar por detrás de la segunda fila (imagen), no tras la tercera.
El cuadro de instrumentos es una pantalla de muy buena calidad. Los gráficos me han parecido fácilmente legibles, aunque despista un poco que, según el programa de conducción seleccionado, el mismo dato se muestre en lugares diferentes. En cualquier caso, el diseño es elaborado sin caer en el barroquismo que tienen otros modelos. Y me parecería mejor si Ford hubiese prescindido de las transiciones animadas que, aunque visualmente llamativas, solo consiguen que la información tarde en aparecer en la pantalla.
En el salpicadero hay una segunda pantalla. Está orientada en sentido vertical (hay otra horizontal, pero esa no existe en el Explorer europeo). Los menús están estructurados de manera lógica y es fácil encontrar lo que se busca. Entre los peros, o entre lo que a mí me parece mejorable, están la rapidez de carga del sistema operativo o de la información de navegación (a veces tarda mucho más de lo que sería deseable) y que quizás, si la pantalla estuviera un poco más inclinada (va vertical) sería más fácil pulsar en los botones de su zona inferior.
El techo panorámico de cristal, como todo el equipamiento que he comentado en el texto, es de serie. Son dos piezas que cubren las dos primeras filas de asientos; la delantera se puede abrir. Para impedir que el habitáculo se caliente mucho en los días soleados hay una cortinilla que también es de accionamiento eléctrico.