El motor del Stilo es básicamente el mismo JTD de 116 CV que se utiliza en otros modelos de Fiat. Con relación al del 147 JTD, varía en que el par máximo es 20 Nm inferior, al mismo régimen. Si a ello añadimos que el desarrollo en quinta del Stilo es un cinco por ciento más largo que el del 147, resulta que la capacidad de recuperación del 147 JTD es claramente mejor que la del Stilo JTD. De los Diesel de este tamaño con más de 100 CV que hemos medido, el Stilo sólo le gana en recuperación al Nissan Almera.
Lo que se le da al Stilo de aspecto «deportivo» con las ruedas más anchas y llantas de mayor diámetro, se le quita con una suspensión blanda, un desarrollo muy largo y una menor respuesta del motor a bajas vueltas.
En cambio, la aceleración, que depende menos de los desarrollos que la recuperación, es prácticamente igual que en el Alfa. Todos los coches de este tamaño que están alrededor de 110 CV tienen una capacidad de aceleración muy semejante.
Si bien el desarrollo es muy largo, el motor puede bien con él en la mayoría de circunstancias y por eso resulta muy agradable de conducir. El problema, más que un desarrollo final largo, es que los saltos de una marcha a otra son muy grandes y en algunas carreteras cuesta encontrar la marcha adecuada si se quiere practicar una conducción tranquila.
En un motor así, no pasar de 3.000 vueltas en 3ª es razonable en una carretera de montaña a ritmo normal. Pero si se cambia a 4ª, el motor cae justo hasta 2.000 rpm, régimen que se queda ligeramente escaso de fuerza salvo que el terreno sea llano o en ligera bajada. En definitiva, que un cambio de seis marchas le vendría muy bien para mantener este desarrollo final largo. Algunos coches de la competencia lo tienen (Volkswagen Golf TDI 130 CV).
El consumo que obtuve con el Stilo fue bajo mientras no lo forzaba, pero alto cuando se pisa a tope (para un coche de estas características) Lo llevé unos 20 km con el acelerador a fondo en 5ª, y el promedio que me dio el ordenador de a bordo fue 12,2 litros/100 km; no es excesivo.
A 130 km/h de crucero, en autovía sin tráfico, el consumo fue 6,2 l/100 km y, a 160 km/h de crucero, ligeramente por encima de 7 l/100 km.
Las cifras de consumo del ordenador de a bordo son exactas, o al menos lo fueron en nuestra unidad en todas las ocasiones que lo comprobé. El consumo que doy con el acelerador a tope es según el ordenador del coche. Un ordenador muy preciso, pero incómodo de utilizar. No sé por qué motivo, cuando se pasa de una función a la siguiente, en lugar de aparecer el dato aparece el cartel informativo («Autonomía», por ejemplo) y al cabo de unos tres o cuatro segundos aparece el dato.