El salpicadero tiene un diseño innovador, que me parece funcional porque acerca algunos mandos e indicadores al conductor; en cierto modo, es uno de los rasgos en los que el Croma queda entre un turismo y un monovolumen.
La parte central del salpicadero, que se une con la consola, está relativamente elevada. La palanca de cambio queda muy cerca del volante, lo que la hace más cómoda de manejar. Los mandos del sistema de ventilación son también muy accesibles y su pantalla, muy fácil de leer.
Los mandos para controlar el equipo de sonido también están muy a mano. Tanto, que en este coche apenas he usado los mandos del volante, a pesar de que normalmente los prefiero a los del salpicadero.
En el salpicadero, a la izquierda del volante, hay cinco botones de elementos que se usan esporádicamente: las luces antiniebla, las de estacionamiento, el ajuste de altura de faros y el botón para manejar algunos ajustes y funciones programables (relación de ellas).
Creo que con muy buen criterio, Fiat ha hecho que estas funciones sean imposibles de manejar con el coche en marcha, a excepción del aviso de velocidad.
Tal y como está dispuesto el salpicadero, no queda un sitio cómodo para la cerradura de contacto; está en la consola cerca de la palanca de freno. No es que haya una gran diferencia, pero casi me parece más cómoda donde está que en el lugar normal. Con este diseño, se echa de menos las posibilidades que daría un freno de estacionamiento automático, que eliminase la palanca de freno.
El asiento no es particularmente envolvente ni duro; en condiciones normales da un apoyo suficiente para que el cuerpo no se mueva. Cuando la fuerza lateral es algo mayor de lo normal, ese apoyo ya no es suficiente para limitar el movimiento del cuerpo, aumentado por dos razones: una, la carrocería se balancea un poco más de lo normal; la otra, el asiento está relativamente alto con relación al suelo. La tapicería no es demasiado calurosa.
El numero de huecos que hay alrededor del conductor, su forma y su tamaño hacen posible vaciarse los bolsillos antes de conducir y tener a mano algún objeto que puede hacer falta, como un mando de garaje, unas monedas o una tarjeta.
La distribución y la orientación de las salidas de aire en el salpicadero hacen que se pueda enfriar el coche con rapidez sin que la corriente dé en las manos o el cuerpo. El climatizador automático funciona satisfactoriamente; responde bien a los cambios de temperatura exterior. Aunque es de los que tienen a llevar una velocidad de ventilador alta, no es ruidoso.
La forma de presentar la información en la pantalla de la instrumentación, común a la de otros Fiat, me parece muy engorrosa y requiere mirar la pantalla más de lo deseable.
Las informaciones, entre ellas las del ordenador de viaje, se presentan sucesivamente, de manera que hay que ir pasándolas (mediante un botón en la palanca derecha) hasta llegar a la que se desea consultar. Después, hay que esperar unos instantes hasta que desaparezca el nombre de la información y aparezca el resultado (por ejemplo, primero se ve «Consumo medio» y, después, «8,0 l/100 km».
Una forma de limitar este inconveniente es quitar la función de doble ordenador de viaje (toma de dos juegos de datos simultáneamente), y también quitar de ahí la información del equipo de sonido (que se ve perfectamente en la pantalla del salpicadero). Ambas cosas se pueden hacer, con el coche parado, mediante el botón de la izquierda.
Una cosa sin mucha importancia pero curiosa del Croma es que los cristales de las ventanillas y el parabrisas tienen un fuerte tinte verde.