El Captiva puede defenderse correctamente en campo, en situaciones poco exigentes.
Donde mejor va es por pistas sin grandes baches, aunque el terreno esté en muy mal estado, gracias a que la suspensión absorbe con eficacia las irregularidades. El control de estabilidad permite un pequeño deslizamiento antes de actuar, lo que a algunas personas les puede parecer divertido y a otras inconveniente. Quien prefiera que no sea así, se sentirá más cómodo con un Grand Vitara o, incluso, con un Toyota RAV4.
Si hay roderas o baches profundos en la pista, hay que circular con cuidado porque la altura al suelo no es muy grande y, en ocasiones, se ve reducida con el cabeceo del coche, pudiendo provocar que se golpeen los bajos.
Las zonas difíciles hay que afrontarlas sabiendo las limitaciones de un coche que no esta diseñado para ese fin. En general, lo que distingue a un todo terreno normal de uno bueno es su capacidad de tracción en situaciones complicadas, bien sea mediante un sistema de tracción eficaz o una suspensión con mucho recorrido (que impida en la medida de lo posible que alguna rueda quede en el aire y, por lo tanto, no pueda proporcionar tracción) o ambas cosas. El Captiva no se distingue por ninguna de las dos, como sucede frecuentemente en la mayoría de los todo terrenos ligeros.
La version con tracción a las cuatro ruedas, en condiciones normales es tracción delantera y hasta que no se produce un deslizamiento de alguna rueda de este eje, el embrague multidisco no comienza a acoplarse para hacer girar a las traseras. No hay ningún bloqueo transversal en el reparto de fuerza.
Hay ocasiones en las que es evidente la limitación de este sistema. En cuanto dos ruedas de distinto eje dejan de estar en contacto con el suelo, avanzar puede ser muy dificil o -en algunos casos- imposible. En la situación de esta foto, la rueda trasera derecha (y la delantera izquierda, que no se ve) están en el aire y giran libremente. El control de tracción no es capaz de frenarla lo suficiente como para que llegue fuerza a la del otro lado, que sí está en el suelo, y el coche avance. Para solucionar este inconveniente hay que intentar afrontar el obstáculo con más inercia, si la situación lo permite.
El Captiva no tiene reductora y sus motores turbodiésel tienen poca fuerza a bajo régimen. Normalmente, ambas cosas limitan las posibilidades en el campo. El nuestro tenía cambio automático con convertidor de par hidráulico, que además de facilitar la conducción en zonas complicadas (basta con acelerar o frenar), atenúa en cierta medida los inconvenientes anteriores.
Para descender por pendientes muy pronunciadas se puede utilizar el sistema de control de descenso. Para ello, hay que pulsar su interruptor (está sobre la radio) y circular a menos de 50 km/h. Cuando la situación lo requiera, este dispositivo se encarga de frenar automáticamente el coche para que no supere 7 km/h. En general, esta velocidad es suficiente para bajar sin problemas aunque en ocasiones, en zonas con baches muy grandes, puede ser necesario ayudar con el pedal del freno para evitar golpear los bajos.