Salvo por los elementos decorativos específicos, el habitáculo del Speed es similar al de cualquier otro Continental GT. Esos elementos son las planchas metálicas del salpicadero —de aluminio pulido en círculos como tenía el Speed Six que ganó dos ediciones de las 24 Horas de Le Mans —, las decorativas en el umbral de las puertas, el pomo del cambio de marchas y el tapizado —cuero perforado y acolchado con motivos en forma de rombo— de los asientos, la paneles de las puertas y los laterales traseros.
Si tuviese que contar en pocas palabras porqué este Bentley cuesta lo que cuesta, diría que es por la ausencia de plásticos. Todo el habitáculo está recubierto de cuero, madera o aluminio, el plástico queda relegado para los botones y alguna pieza muy concreta como el plafón de luz del techo. Incluso el techo es de cuero perforado.
La postura de conducción es buena. Se va sentado más bajo que en un turismo de lujo como un Mercedes-Benz Clase S pero no tanto como en algunos deportivos en los que generalmente supone un esfuerzo sentarse y salir del coche. El conductor puede alejar mucho el asiento de los pedales. Una persona alta puede echar en falta que el volante tenga mayor regulación en profundidad porque, si se coloca el asiento para ir con las piernas estiradas y el muslo apoyado en la banqueta, puede que no alcance bien el volante con las manos.
Los mandos de la regulación de los asientos van colocados en el lateral de la banqueta y hay espacio suficiente para llegar a ellos con la mano sin que la puerta moleste. El apoyacabezas no es regulable, forma una única pieza con el respaldo, y la banqueta puede alargarse para que descansen mejor los muslos. La forma en que cambia su longitud es curiosa (vídeo). La ventilación y la función de masajes es opcional, la calefacción es de serie.
Tras el volante hay unas levas para accionar el cambio de marchas (imagen). Me ha llamado la atención que están más lejos del aro del volante, pero también cerca de los intermitenes, con lo que al principio se pueden pulsar por error unas queriendo hacerlo en otras. que en cualquier otro coche que recuerde. Son grandes y fijas, no giran con el volante.
El Continental GT tiene cuatro plazas utilizables (tabla de mediciones realizadas por km77.com). Las dos traseras (imagen) no son muy espaciosas (hay 60 cm del respaldo trasero al delantero, 4 más que en un BMW Serie 6 Coupé) pero permiten que un pasajero de metro ochenta pueda hacer un trayecto sin ir muy incómodo, siendo el principal inconveniente la altura al techo. El acceso estas plazas se hace abatiendo el respaldo delantero (imagen); al hacerlo, la banqueta se adelanta. Cuando se vuelve a colocar el respaldo en su lugar la banqueta no recupera su posición. Sí lo hace si se pulsa brevemente uno de los dos botones que hay en el lateral del respaldo y que está al alcance tanto de la persona que se ha sentado atrás como de la que espera fuera para sentarse delante. Que sea así evita que el asiento, al retroceder automáticamente, pueda hacer daño al ocupante trasero. Con esos botones es posible interrumpir en cualquier momento el movimiento de la banqueta y ajustarla desde la plaza trasera. Las ventanillas traseras también pueden bajarse.
El maletero tiene un sistema de apertura y cierre automáticos. Se puede abrir desde un botón que hay en la puerta del conductor, desde el mando o presionando la B de la insignia que hay en la tapa. El maletero es amplio, no es muy alto pero sí muy profundo. Hay espacio de sobra para cuatro maletas pequeñas y algún bulto más (imagen).
Está muy bien terminado, con moqueta de calidad en las zonas que se ven y en las que no. También está muy bien iluminado: hay dos lámparas de leds en la parte interior de la tapa del maletero, una en cada lateral del maletero y una quinta en la parte superior.