Solo he podido estar 72 km al volante del DB11. Es poco tiempo para poder sacar conclusiones categóricas de un coche cuya capacidad de aceleración queda muy por encima de la que se podría considerar como utilizable en una carretera (incluso siendo permisivos). Y sobre todo porque la mayoría del trayecto discurría en un entorno en el que difícilmente se puede probar de manera exigente el coche. Aun con ello me ha quedado claro que es un coche rápido y cuya conducción resulta más exigente que la de un Audi R8 o un Porsche 911.
Quien busque un coche con la precisión de un tiralíneas acertará más con el 911 o el R8. A quien quiera algo más emocionante, que le implique más en la conducción y que, con mucha seguridad, no le permita ir al mismo ritmo por el mismo sitio, le aconsejaría el DB11.
Con el DB11 no es posible acelerar a fondo sin contemplaciones cuando el coche no está recto, ni en asfalto con buena adherencia. Mejor dicho, sí se puede hacer pero hay que estar atento al inmediato deslizamiento lateral de la parte trasera del Aston Martin, no tanto por su potencial peligrosidad (el control de estabilidad controla esa sacudida rápidamente) sino porque obliga a corregir inmediatamente la trazada.
Hay tres programas de conducción seleccionables desde un botón que hay en el volante y que es fácilmente accionable. Los tres programas —GT, Sport y Sport+— modifican la asistencia de la dirección, el funcionamiento del cambio y el sonido del escape. El conductor también puede ajustar a voluntad la firmeza, en tres niveles, de los amortiguadores (que son Bilstein). Incluso en el más firme, el DB11 me ha parecido un deportivo confortable, aunque me queda la duda de si eso es así siempre dado que el asfaltado de las carreteras por las que lo he probado estaba en buen estado.
Los 510 CV del motor de ocho cilindros sobran para circular muy rápido en carretera o hacer adelantamientos en los que se supera la velocidad legal máxima poco después de comenzarlos. Tiene un sonido bonito, muy grave y, en mi criterio, no es escandaloso por histriónico. Para arrancarlo hay que pulsar el botón de cristal que hay en el centro del salpicadero. Si se hace prolongadamente, el sonido al ponerlo en marcha es más discreto.
El DB11 con el motor V8 pesa 115 kg menos que con el motor V12. Quizá eso explique que la capacidad de aceleración desde 0 a 100 km/h sea muy parecida en los dos (el V12 es sólo una décima más veloz). La potencia extra del modelo V12 sí se nota en que su velocidad máxima es mucho más elevada; su consumo también es mucho más elevado (ficha comparativa).
La instrumentación se consulta en una pantalla de 12” (imagen) cuya información se muestra de forma sencilla y fácil de consultar. Está dividida en tres zonas: la central para la velocidad, las revoluciones del motor y la selección del cambio de marchas; a la izquierda se ven datos de temperatura de los fluidos del motor y el nivel de combustible, mientras que a la derecha se puede elegir qué ver (datos del ordenador, del sistema de audio, del teléfono u otras opciones).
La dirección es rápida (tiene una desmultiplicación de 13 a 1 y 2,4 vueltas entre topes) y un tacto suave. Tras el volante están las dos levas que permiten seleccionar manualmente las relaciones de cambio. Son metálicas (aunque están pintadas de color oscuro) y de gran tamaño, por lo que resulta fácil acertar con ellas aunque se lleve el volante girado (son fijas, no giran con él). Lo que no me ha agradado es que para seleccionar el avance (D), la marcha atrás (R) y las otras posiciones del cambio haya unos botones en vez de una palanca. Son grandes y están bien visibles (en el salpicadero) pero no igualan en facilidad de manejo a una palanca, dado que con ellos no es posible maniobrar sin mirar donde se pone el dedo, que además hay que mover porque el avance y la marcha atrás no están uno al lado del otro. El cambio es de convertidor de par. Es rápido, aunque los hay que son más, y muy suave en la selección de marchas.
No hay varios tipos de freno posible. Los que hay son de fundición de hierro, con un tacto en frenadas fuertes que, sin ser malo, me ha parecido mejorable por poco informativo. En el V8, los pistones delanteros son más cortos para reducir el recorrido del pedal.
Los cristales de todas las ventanillas están laminados, lo que reduce el ruido que llega al habitáculo desde el exterior pero el confort acústico es mejorable, al menos cuando se viaja a un ritmo tranquilo y lo que se oye es el aire y el ruido de rodadura.