El DB11 que he conducido tenía un tapizado de piel de un color azul vistoso (imagen). Este material cubría el salpicadero, la consola y las puertas, algo que no lo distingue de otros coches menos exclusivos. Pero también lo estaba el techo, una zona para la que no suele estar reservado este material.
Ha sido la primera vez que conducía un Aston Martin y la sensación no ha sido demasiado extraña. He tardado en encontrar los mandos de ajustes de los asientos (imagen), que no están en su base ni en las puertas, sino en el lateral de la consola. No me parece el sitio más acertado para colocarlos porque la propia pierna supone una molestía, si bien es cierto que tampoco son unos elementos que se manipulen con frecuencia.
Me ha ayudado a no sentirme abrumado que varios elementos —las palancas del volante y el sistema multimedia— sean de Daimler y yo ya estoy acostumbrado a ellos. Los mandos que hay en la consola para el climatizador (imagen) y otras funciones también son de Daimler pero no hay un modelo de Mercedes-Benz que los tenga con ese diseño.
No hay en el salpicadero un reloj clásico de una marca lujosa del que presumir ni un exceso de cromados. Tampoco he encontrado ningún elemento extravagante que dé la sensación de estar ahí para justificar un precio elevado con la excepción, quizás, del ajuste eléctrico para desplazar el apoyabrazos de la consola.
Los asientos (también de procedencia AMG) son cómodos y tenían los reglajes normales. La banqueta no se podía alargar ni tampoco había cámaras neumáticas para ajustar la sujeción de la espalda o de los muslos (que se puede montar como opción). Estaban ventilados y calefactados en tres niveles.
Acceder al interior no es complicado ni requiere un esfuerzo destacable y, una vez dentro, es un coche amplio y que no da la sensación de ir embutido en él. Por altura al techo y distancia a los pedales, no hay problema para que sea utilizable por personas de hasta dos metros de altura.
A las plazas traseras se accede tirando de una cincha que hay en el respaldo delantero (imagen). Puede parecer simple, pero es una solución muy cómoda. Tirando de ella tenemos que abatir el respaldo hasta que un mecanismo automático desplaza eléctricamente hacia delante todo el asiento. Sentarse en estas plazas no exige ser tan ágil como para hacerlo en otros cupés pero no son idóneas para adultos: el techo está bajo y el asiento delantero muy cerca. Eso sí, una vez sentado en ellas (en el caso de que se pueda) se va bien sujeto por la forma cóncava que tienen.
El maletero tiene un volumen suficiente para el equipaje que dos personas pueden necesitar en un viaje de unos cuantos días. La tapa no se eleva automáticamente al pulsar el botón que la libera del cierre, algo que para mí desentona en un coche de este precio. También lo hace la ausencia de recubrimiento en la parte superior del maletero, algo que es cierto que habitualmente no se ve… salvo que te agaches. Es una lástima que con el buen tapizado que hay en maletero hayan «olvidado» esta parte en la que hay metal y varios componentes electrónicos a la vista.
Las puertas delanteras se abren de la manera tradicional aunque en ese movimiento de compas se elevan ligeramente. Pesan poco y son fáciles de abrir, incluso aparcado en una pendiente. Además, quedan sujetas en la posición en la que se dejan por lo que no complican la salida del coche.