Llevamos ya mucho tiempo de viaje y volvemos al sol. Parar, comer y descansar no es mala idea.
En estos días cortos de invierno la tarde normalmente está perdida. Normalmente no habríamos comido, para aprovechar toda la luz posible. Pero me pidieron un viaje, no una sesión de fotos como las que hacemos normalmente.
Un restaurante, dejar las cámaras, quitarme la ropa de abrigo y un buen vino me devuelven lo que el frío me había quitado. Comemos ligero y regresamos.
A la vuelta llevo la cámara entre las manos, como siempre, pero la llevo de otra manera. Es curioso, pero en ocasiones hace falta cierta tensión; si no, las fotos no salen. Ya no tengo esa tensión porque yo he acabado, los fotógrafos siempre acabamos antes que los que escriben. Él tiene que seguir conduciendo pero no le importa, le gusta.
Al viajar, nos conocemos. |
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