Volvo V50 (2004) | Impresiones de conducción
El motor Diesel de dos litros da al Volvo V50 2.0D una capacidad de respuesta muy notable.
El empuje empieza a crecer desde poco más de 1.500 rpm y entrega mucha fuerza entre 2.000 y 3.000 rpm. Me pareció más progresivo a bajo régimen que en otros modelos, aunque también me dio la sensación de perder algo más de empuje que otros motores similares por encima de 3.800 rpm. Su sonido llega perceptiblemente al habitáculo en aceleraciones fuertes. En ningún caso tiene un volumen excesivo, pero suena inconfundiblemente a Diesel.
La sexta velocidad tiene un desarrollo de más de 57 km/h cada 1.000 rpm; es decir, cuando el coche va a 120 km/h en sexta, el motor gira a 2.100 rpm. Se puede rodar por autopista a elevada velocidad con el motor bajo de vueltas, y aun en esas circunstancias mantiene una cierta reserva de aceleración incluso en ligeros repechos.
El cambio del 2.0D de la unidad que probé tenía un tacto notablemente duro, especialmente en los movimientos laterales y en el paso de sexta a quinta velocidad. El manejo me resultó muy satisfactorio, en parte por la precisión que tenía y la gran rapidez que permitía en las inserciones, aunque habrá quien prefiera una palanca que se mueva con menor esfuerzo. La unidad que probamos tenía menos de 30 km al inicio de la prueba; es posible que con el tiempo el tacto se suavizara.
Tras bajarme del V50 2.0D, lo que más me llamó la atención del V50 2.4i de 170 CV es la homogeneidad de su respuesta. Tiene un rango útil mucho mayor, con un empuje muy constante entre 2.000 y 6.000 rpm. No impresiona como el del motor Diesel, aunque haciendo uso del cambio y estirando las marchas acelera más que él. El accionamiento de la palanca era más suave que en el Diesel; la unidad tenía únicamente unos 100 km más que aquélla.
Suena menos que el Diesel y tiene un particular sonido, ronco en aceleraciones fuertes y a elevado régimen, con una vibración de fondo distinguible en otros motores de cinco cilindros.
Me llamó mucho la atención un fenómeno con el que me he encontrado con este mismo motor instalado en el Ford Focus C-Max, pero de manera menos perceptible. En arrancadas a muy reducido régimen, una vez se ha soltado completamente el pedal de embrague y si se acelera con mucha suavidad, el motor desfallece y deja de empujar durante un instante cuando atraviesan las 1.700 ó 1.800 rpm. Es un fenómeno que sólo pude reproducir en las primeras arrancadas con el V50 y de manera muy esporádica en el C-Max, y que no afecta en nada a la conducción normal o en aceleraciones más enérgicas.
En ambos casos me pareció que el V50 tiene un muy buen comportamiento y un notable grado de confort. La dirección transmite la suficiente información, el coche entra bien en las curvas, y la trayectoria tiene una notable sensibilidad a la presión ejercida sobre el acelerador. En todo caso las reacciones son muy suaves y predecibles; una eventual pérdida de trayectoria está bien controlada por el control de estabilidad. En este sentido me pareció un modelo muy satisfactorio.